Diari de primavera (6)
El barret panamà
Avui m'he endut un gran
desengany al llegir a la Viquipèdia que el
famós barret panamà no és de Panamà sinó de l’Equador. M'he quedat tan atònit i
bocabadat que he tingut la mateixa desagradable sensació quan en una ocasió, al
mirar cap enrere, vaig veure a Sodoma sucumbir i al saler estavellar-se sencer
sobre de la tassa de cafè.
Salat o dolç, amarg o agre
així se m'ha quedat l'ànim, estavellat. Ha estat com si de sobte descobrís que
el barret cordovès és originari de la Lapònia finlandesa, o el simpàtic barret
mexicà dels mariatxis fos un genuí producte de la bella artesania popular
barcelonina, més concretament de les seves emblemàtiques Rambles, encara que
d'això últim no posaria jo la mà al foc.
El cas és que un –usuari
de barrets i gorres des de petit quan els meus pares em van posar una”xixonera”,
un barret de cop–, no pot fiar-se de res ni d'una cosa tan important com allò
que et cobreix el crani i les idees, ni tampoc de la sal ni del sucre.
Tot està a l'inrevés, i ja
és impossible saber si quan fas un regal, en el fons, qui el rep te l’està fent
a tu en acceptar rebre’l. Tots vivim en aquest complex entramat de clients i
clienteles de les que formem part sense saber-ho ja que en això ens hi juguem
la quantitat de por que som capaços de suportar, la quantitat també de dignitat
a la qual estem disposats a renunciar o la pensió que ningú sap si arribarà a
cobrar o seguirà cobrant, perquè abans el mar s'haurà mort saturat de sal, o,
com deia l’Oliver Sachs, confondrem a la nostra parella amb un barret.
Enric Vila escrivia ahir a El
Nacional.cat i propòsit d'un vers de T.S. Elliot que la condició humana no
pot resistir massa veritat, i ell afegia que "que tota societat necessita poder mantenir despert un sistema ben travat
d’oblits i de mentides per tal de sobreviure. Tots volem creure que vivim en un
món decent i que el nostre benestar s’aguanta sobre mèrits i virtuts que ens
hem guanyat a pols, no pas sobre el dolor i les privacions dels altres".
Potser en aquest mateix
sentit David
Torres afirmava a Público, "que aquest és
un país paranormal. O per a anormals, per dir-ho en plural". I el
senyor Iñigo Errejón fa uns dies concloïa, ni més ni menys, que el Pacte Social
està trencat.
Si és que alguna vegada va
estar sencer.
Sigui com sigui a la meva
botiga venc barrets panamà com el que es veu a la fotografia que no estan fets
de les fulles trenades de la palmera ni de l'anomenada palla-toquilla ni són tampoc originaris de l’Equador, sinó d'Alacant,
confeccionats amb un material sintètic barat que em permet vendre'ls només per
15 euros. Però malgrat això, i després de saber el preu, molta gent em pregunta
encara si són autèntics, naturalment els responc que no, i en algunes ocasions
afegeixo que amb aquest preu no poden ser-ho; en sentir-me fan cara de disgust
per la il·lusió trencada de calçar-se al cap alguna cosa genuïna i per haver
semblat una mica ignorants en haver preguntat, demostrant que, en realitat, no
sabien el que val un veritable barret panamà. El Pacte social està trencat, és clar
que sí, però la comèdia social segueix la seva representació amb gran èxit de
públic.
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Diario de primavera (6)
El sombrero panamá
Hoy me he llevado un gran desengaño al leer en la Wiquipedia que el
famoso sombrero panamá no es de Panamá sino de Ecuador. Me he quedado tan atónito
y boquiabierto que he tenido la misma desagradable sensación que tuve cuando
una vez, al mirar hacia atrás, vi a Sodoma sucumbir y al salero estrellarse
entero encima de la taza de café.
Salado o dulce, amargo o agrio se me ha quedado el ánimo, estrellado.
Ha sido como si de repente descubriera que el sombrero cordobés es originario
de la Laponia finlandesa, o el simpático sombrero mejicano de los mariachis fuese
un genuino producto de la bella artesanía popular barcelonesa, más
concretamente de sus emblemáticas Ramblas, aunque de esto último no pondría yo la
mano en el fuego.
El caso es que uno –usuario de
sombreros y gorras desde pequeñito cuando mis padres me pusieron una chichonera–, no puede fiarse de nada ni de algo tan
importante como aquello que te cubre el cráneo y las ideas ni tampoco de la sal
ni del azúcar.
Todo está al revés, y ya es imposible saber si cuando haces
un regalo, en el fondo, quien lo recibe te lo está haciendo a ti al aceptar
recibirlo. Todos vivimos en este entramado complejo de clientes y clientelas de
las que formamos parte sin saberlo pues en ello nos va la cantidad de miedo que
somos capaces de soportar, la cantidad también de dignidad a la que estamos dispuestos a renunciar o la
pensión que nadie sabe si llegará a cobrar o seguirá cobrando, pues antes el mar
se habrá muerto saturado de sal, o, como decía Oliver Sachs, confundiremos a
nuestra pareja con un sombrero.
Enric
Vila escribía ayer en El Naciona.cat
y a propósito de un verso de T.S. Elliot que la condición humana no puede
resistir demasiada verdad, y él añadía que “toda
sociedad necesita poder mantener despierto un sistema bien trabado de olvidos y
de mentiras para sobrevivir. Todos queremos creer que vivimos en un mundo
decente y que nuestro bienestar se aguanta sobre méritos y virtudes que nos
hemos ganado a pulso, no sobre el dolor y las privaciones de los demás”.
Quizás en este sentido David
Torres afirmaba en Público, “que éste es un país paranormal. O para
anormales, por decirlo en plural”. Y el señor Iñigo Errejón hace unos días concluía,
nada más y nada menos, que el Pacto Social está roto.
Si es que alguna vez estuvo entero.
Sea como sea en mi tienda vendo sombreros panamá como el que
se ve en la fotografía que no están hechos de las hojas trenzadas de la palmera
ni de la llamada paja-toquilla ni son
tampoco originarios de Ecuador, sino de Alicante, confeccionados con un
material sintético barato que me permite venderlos solamente por 15 euros. Pero
a pesar de ello, y después de saber el precio, mucha gente me pregunta todavía
si son auténticos, naturalmente les respondo que no, y en algunas ocasiones
añado que con este precio no pueden serlo; al oírme hacen cara de disgusto por
la ilusión rota de calzarse en la cabeza algo genuino y por haber parecido un
poco ignorantes al haber preguntado, demostrando que, en realidad, no sabían lo
que vale un verdadero sombrero panamá. El Pacto social está roto, claro que sí,
pero la comedia social sigue su representación con gran éxito de público.
8 comentarios:
Mentiras a medias y como se suele decir en Artes Aplicadas: todo se puede copiar, hasta lo falso.Y para copiar los chinos , en un viaje que hizo Custo el diseñador de camisetas catalán, que cada camiseta la más barata no baja de 100€ ; abrió una franquicia en China el lugar no me acuerdo mucho y tuvo que cerrar porque circulaban los mismos modelos de camiseta que tenia expuestos, pero a mitad de precio o quizás menos...
-¿Por cierto: cuanto puede costar un sombrero Panamá?
Que tal esos ánimos?
Un abrazo feliz fin de semana.
Opisso padre, hacía Nonells mejor que el mismo Nonell.
A veces, la falsificación mejora el producto, claro está que hay que ponerle el mismo precio que lo falsificado, porque en realidad queremos pagar por algo que vale como tal, y que ese tal valga caro, pero no tanto , para decir que lo hemos comprado barato.
Cuando dicen que la banca especula contesto que en la misma medida proporcional en que lo hacemos los humanos.
Todos especulamos.
Ahora marcho a cambiar de compañía de teléfono, me han dicho que hay una que te da más que las demás y te cobra la mitad....
Mi interés por el sombrero panamá, querida Bertha, ha venido motivado por otra clase de falsificaciones que son eso que han revelado los llamados papeles de Panamá.
En relación a los sombreros en sí, no son, al estar hechos en Ecuador, una falsificación en sí misma porque no tienen ni copyright como un diseño de Custo ni denominación de origen como los vinos.
Yo tampoco sé cuánto vale un verdadero sombrero panamá hecho en Ecuador.
Los ánimos muy bien, muchas gracias, es usted un encanto por preguntar.
Igualmente, feliz fin de semana para usted también.
La respuesta a Bertha, querido Miquel, vale también para ti en el sentido de los misterios que deben de esconder esos que no parecen exactamente países, pero que, según dicen algunos, son verdaderos paraísos aunque con derechos de admisión, como en el cielo no todos pueden entrar.
Salut.
I d'aquesta ignorància en vivim tots. Fer un descobriment és el que ens hauria de portar a entendre millor el valor d'allò que sabem. Però sospito que el client que preguntava sobre l'autenticitat del barret no va aprendre res. Abans l'experiència ens feia una mica savis. Avui la ignorància ens fa superbs.
“D’aquesta ignorància en vivim tots”, tens raó, Enric, però, en bona part, jo sempre he pensat que la ignorància no ens fa ser superbs, és la supèrbia la que ens fa ser ignorants. Igual que els polítics, que no són estrictament uns lladres per ser polítics, sinó que els lladres es dediquen a la política.
En el cas d’aquests clients meus que comento, ells sí que són uns ignorants, como jo que tampoc sé quan val un barret panamà genuí. Segurament, com dius, no van aprendre res, no ho sé, però crec que la seva pregunta no és pas conseqüència exactament d’aquesta ignorància sinó de la seva il•lusió per tenir-ne un. Il•lusió i autoengany, un petit enamorament que com tots els enamoraments no et fa veure amb claredat la realitat.
En relació a les coses que revelen els “papers de Panamà”, sospito que és una mica de tot per ambdues bandes, pels que poden eludir pagar impostos i per nosaltres que no podem fer-ho, en el sentit també que ho diu l’Enric Vila.
Ya decía yo, me suena eso de Panamá pero... a qué?
Las mentiras son como los espejismos que son como los paraísos, salvo que sean fiscales porque entonces sí que lo son, paraísos quiero decir, no fiscales y no espejismos ni de mentira. Son como son y nadie sabe muy bien como son aunque todos, los que los tienen y los que no, saben para qué sirven...
En fin, como esos sombreros que son de Ecuador pero se llaman de Panamá. Un sin dios, querido amigo, un sin dios. Ya le digo.
Besos de verdad de la buena (y de Panamá).
Marga (y sus problemas con Google y la identidad)
Tiene toda la razón, mi querida señora anónima , mentiras, espejismos, autoengaños, soberbias, ignorancias y paraísos, todo es lo mismo, incluidos los predicadores con traje de políticos o de actores, cantantes y directores de cine que no paran de darnos lecciones de honestidad, un sin dios, porque dios debe de estar para otras cosas o mira muy atentamente y toma nota como el verdadero Gran Hermano. En fin, mis sombreros panamá están hechos en Alicante que es un lugar tan estupendo como cualquier otro, la empresa que me los suministra son estupendos, el jefe y los empleados, todos ellos, me gusta decirlo porque es verdad.
Sus besos siempre han sido de verdad de la buena, querida Marga, siempre lo he sabido. Los míos también, ya lo sabe usted.
Que sus problemas con el señor Google se solucionen, seguramente debe de estar por Panamá.
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