Diari d’estiu (19)
La vida prosaica.
Com la ira de Déu
caient sobre la terra per fertilitzar-la, a mig mati s’ha fet fosc, semblava la
boca del llop que va matar el Manelic i ha diluviat. Feia por veure els llums
dels cotxes a les dotze del migdia il·luminar els carrers mentre l’aigua
s’enduia les pols i les suors de l’estiu fins l’any vinent. Les rajoles de Barcelona han brillat com la lluna plena, metàl·liques i argentines,
diamants grisos perquè l’aigua espanta el color negre escopint la llum que
atresora i empassant-se cap a les clavegueres els tons ombrívols de l’asfalt,
la pedra i la fusta mullada.
Una inundació diferent
va mullar el llibre
que mostro d’en Jackson Pollock que en realitat és un catàleg de l’exposició
que hi va haver al Centre Pompidou l’any 1982, escrit per Daniel Abadie, una
peça molt estimada de l’Albert que va tenir un disgust al veure’l convertit en
una massa compacta. Ara la majoria de les seves pàgines estan enganxades les
unes amb les altres, quasi petrificades i no es poden separar pas si no vols acabar
gairebé estripant-les a bocins, la cel·lulosa s’ha fos en una sòlida aleació
vegetal i ha format un sol cos que només permet tornar-la a mullar i fer-ne
ninots i titelles de bell nou. Però algunes encara es poden obrir com també
mostro, deixant al descobert els seus secrets de taques, ratlles i gargots com
si haguéssim empastifat amb guixos de colors la pissarra verd fosca de l’escola
mentre el mestre se n’havia anat al lavabo per una urgència fisiològica
ineludible que li havia sobrevingut mentre ens impartia la memorable Formación del Espíritu Nacional al dir-nos
sorprenentment amb el seu estimat i pur castellà de Salamanca que “el problema de España es que tiene un martillo y cree que todo se
resuelve clavando clavos”. Era un
vell falangista que va fer la guerra, idealista, coix d’una vella ferida,
fumador compulsiu, decebut pel franquisme i per la vida, la seva roba sempre
estava foradada per les espurnes dels caliquenyos que igual que les cuques de
llum l’envoltaven i el perseguien com
les llàgrimes de Sant Llorenç envolten i persegueixen a la Terra a mitjans
d’agost en el seu peregrinatge anual pel solstici de l’estiu que s’acaba. Faria
somriure si no és que fa plorar.
Sigui com sigui
se m’ha acudit fer servir el tros de suro en el que s’ha convertit el llibre
d’en Pollock en un element decoratiu de l’aparador de Zel, com una catifa o
safata per dipositar aquestes quatre joies meves barates i unes alicates, joies
sí però bijuteria vistosa que per bijuteria és massa cara també pels temps que
corren, i que fora d’algun turista despistat –al que enlluerna la barreja d’art
elitista amb l’art popular– em compra poca gent.
Però Jackson
Pollock ja no és pas un pintor de l’avantguarda, només és un estampador de
llençols i estovalles que podria contractar perfectament l’empresa sueca de
mobles i decoració Ikea. La vida és així de prosaica, unes estovalles brutes on
les taques d’oli i tomàquet queden dissimulades per les d’un gran artista
alcohòlic.
Diario de verano (19)
La vida prosaica.
Como la ira de Dios cayendo sobre la tierra para
fertilizar-la, a media mañana ha oscurecido, parecía la boca del lobo que mató
Manelic y ha diluviado. Daba miedo ver las luces de los coches a las doce del
mediodía alumbrar las calles mientras el agua se llevaba los polvos y los
sudores del verano hasta el próximo año. Las baldosas de Barcelona
han brillado como la luna llena, metálicas y argentinas, diamantes grises
porque el agua asusta el color negro escupiendo la luz que atesora y tragándose
hacia las alcantarillas los tonos sombríos del asfalto, la piedra y la madera
mojada.
Una inundación diferente mojó el libro
que muestro de Jackson Pollock que en realidad es un catálogo de la exposición
que hubo en el Centro Pompidou en 1982, escrito por Daniel Abadie, una pieza
muy querida de Albert que tuvo un disgusto al verlo convertido en una masa
compacta. Ahora la mayoría de sus páginas están pegadas las unas con las otras,
casi petrificadas y no se pueden separar si no quieres desgarrarlas a pedazos, la celulosa se ha fundido en una sólida aleación
vegetal y ha formado un cuerpo que únicamente permite volverlo a mojar para hacer de nuevo títeres y muñecos. Pero algunas todavía se pueden abrir como
muestro, dejando al descubierto sus secretos de manchas, rayas y garabatos del mismo modo que si hubiéramos embadurnado con tizas de colores la pizarra verde oscura de la
escuela mientras el maestro se había ido al baño por una urgencia fisiológica
ineludible que le había sobrevenido mientras nos impartía la memorable Formación del Espíritu Nacional al
decirnos sorprendentemente con su amado y puro castellano de Salamanca que
"el problema de España es que tiene
un martillo y cree que todo se resuelve clavando clavos". Era un viejo
falangista que hizo la guerra, idealista, cojo de una vieja herida, fumador
compulsivo, decepcionado por el franquismo y por la vida, su ropa siempre estaba
agujereada por las chispas de los caliqueños que al igual que las luciérnagas
lo envolvían y lo perseguían como las lágrimas de San Lorenzo envuelven y
persiguen a la Tierra a mediados de agosto en su peregrinaje anual por el
solsticio de verano que se acaba. Sería para sonreír sino fuera que hace llorar.
Sea como sea se me ha ocurrido utilizar el trozo de corcho
en el que se ha convertido el libro de Pollock en un elemento decorativo del
escaparate de Zel, como una alfombra o bandeja para depositar estas cuatro
joyas mías baratas y unos alicates, joyas sí pero bisutería llamativa que para
bisutería es demasiado cara también en los tiempos que corren, y que aparte de
algún turista despistado -al que deslumbra la mezcla de arte elitista con el
arte popular- me compra poca gente.
Pero Jackson Pollock ya no es un pintor de la vanguardia,
sólo es un estampador de sábanas y manteles que podría contratar perfectamente
la empresa sueca de muebles y decoración Ikea. La vida es así de prosaica, un
mantel sucio donde las manchas de aceite y tomate quedan disimuladas por las de
un gran artista alcohólico.
8 comentarios:
"...Pero Jackson Pollock ya no es un pintor de la vanguardia, sólo es un estampador de sábanas y manteles que podría contratar perfectamente la empresa sueca de muebles y decoración Ikea..."
Completament d´acord
Salut
Qué buena idea la de convertir el libro en expositor... me encanta.
Y sí, es triste pero no crea, Pollock no es el único que acaba convertido en estampa, sucede con todo el arte desde que dió en convertirse en puré para turistas cualquier obra susceptible de ser engullida por el "merchandising". Y que yo sepa van siendo todas las obras y todos los autores.
A veces da ahogo vivir este tiempo nuestro pero no más que otros, me repito.
Huyo de las joyas como alma que lleva el diablo, me resultan exhibicionistas y presuntuosas, odio el brillo, ya ve, sea del tipo que sea. Pero una buena bisutería... ays, amigo, hablamos de deseos mayores. Y alguna de las suyas me gustan mucho.
Besos y engarces.
Es una lástima Miquel, pero es así, el sistema todo lo engulle, tiene unas tragaderas insaciables igual que las nuestras que también somos el sistema.
Salut.
Usted no puede huir de las joyas, querida Marga, y no puede hacerlo porque usted es una de ellas, usted es una joya la mar de bonita y preciosa.
Pero si quiere también una buena pieza de bisutería algo podremos encontrar en mi tienda que le vaya bien y le guste.
A mí siempre me ha gustado Jackson Pollock, pero, como reconocemos todos, el sistema todo se lo traga, digiere y expulsa con otro color, olor y textura. Tal vez no sea tanto responsabilidad del sistema sino del arte contemporáneo y, más concretamente, de la pintura. Las buenas películas o piezas de teatro, la gran literatura todavía nos interpela y nos demanda ser responsables con nosotros mismos. El resto es decoración.
Gracias por sus palabras y besos como a usted le dé la gana.
Lo que tiene el Arte por definirlo de alguna de las maneras es que crea unas tendencias que como toda época tiene sus seguidores inmediatos y a la larga ya queda para los coleccionistas y mientras haya un mercado pues siempre tiene una salida...
No soy de joyas, con unas alhajas que me den un poco de luz:pendientes y anillos eso sí que me cambien el día porque todo hay que decirlo a las inmensa mayoría nos encanta ir conjuntadas.
Tiene razón todo es decoración; a la vista hay que tenerla entretenida para que no se ponga mustia.
Un abrazo y espero que después de este gran chaparrón se haya quedado la ciudad estupenda con ese olor a pólvora...Me encanta la lluvia.
Las modas están por doquier, querida Bertha, afectan al arte y a cualquier otra cosa. Por ello procuramos descubrir esas joyas únicas que perduran en el tiempo y que nunca dejan de estar de moda o, mejor dicho, la moda no las afecta. Coco Chanel decía que la moda es aquello que pasa de moda. Las grandes obras siempre tienen cosas que decirnos más allá del momento en el que fueron realizadas.
La idea de “joya” es una metáfora de algo único e irrepetible y de algo que pretende o aspira a estar bien hecho como esas cosas que usted hace tan bonitas y que nos muestra en su blog, como las personas en sí mismas también y que no son copias de otras. Por ello usted igualmente es una joya.
La lluvia limpió la ciudad y la refrescó, pero por poco tiempo porque luego volvieron los calores y las hojas secas de los plataneros que caen ya se trocean, y crean una alfombra sucia de “papelitos” que hay que barrer cada día. La vida prosaica.
Un abrazo, a mí también me encanta la lluvia.
Hauré de venir a veure-ho abans de marxar a Rússia. Ah, i les primeres línies sobre la pulja, una prosa lírica molt maca :)
Gràcies Aleix, tot plegat no són més que eines senzilles per decorar la vida i dissimular-la.
Rússia, un país de noies precioses, ossos bruns, espais immensos que no s’acaben mai i pedres delicades que han petrificat paisatges que ben pocs han vist.
Salut.
Publicar un comentario