Diari d’estiu (21)
Coyote Man.
Me n’adono que em faig gran perquè tot i que em continua agradant mirar les
noies boniques cada vegada m’interessa menys el sexe. Aquesta inapetència i
desinterès és un senyal inequívoc de decadència i de lleugeresa, és cert, però
més ho és que ara, i no pas abans, em tranquil·litza contemplar la nevera plena
de menjar.
La prova definitiva, no obstant, no és pas la disminució de l’interès
sexual que ben mirat en el fons és una santa benedicció del cel, sinó la mania
que es converteix gairebé en fòbia a sentir sorolls aliens, sorolls en general
i la música dels altres en particular, sons que es colen sense demanar permís
per les portes i les finestres de casa. Perdo vista i em torno sord però
alhora i paradoxalment veig més coses que veia de jove i sento totes
les converses que es donen al meu voltant, tinc l’olfacte fi i no puc evitar
olorar la sang menstrual d’aquestes noies que m’agrada mirar.
Tothom ha sentit parlar dels homes llop, però pocs coneixen els homes coiot
i a aquestes alçades de la meva vida, que em permet observar amb tristor i
decepció la desorientació dels meus amics jubilats, qui sap si me n’he
convertit en un, un home coiot d’olfacte fi. He de dir, però, que la pell dels
coiots no era massa apreciada en el món de la pelleteria que jo vaig conèixer,
era aspra i poc fina, pèls gruixuts com filferros del color de la sorra mullada,
pells petites i esquifides que només valien per fer samarres als hippies dels
anys seixanta.
Coyote Man és un personatge de còmic, un súper heroi misteriós amb poders
especials com tots ells,
en el seu cas el més important que posseeix
és veure com algú que tria, amb la mirada del que decideix i sap que
decideix amb cada elecció igual que en el famós poema de Robert Frost, pocs
tenen aquest poder que és el poder del temps. Orfe al morir els seus pares en
un assaig nuclear, un jove indi americà que viu com un ermità l’acull. A ambdós
se suma una bruixa que es converteix en la seva mare adoptiva. Una nit, però,
després d'una cerimònia d'ocultisme, el nen es converteix en un home coiot quan
mata els seus pares adoptius i decideix viure sol al desert. A partir d’aquest
moment adquirirà els seus poders entre els que també hi trobem un de
molt “vistós”, valgui l’expressió, la seva capacitat de fer-se invisible
gràcies a un pas de ball similar al mateix que fa moure els planetes.
Però, ja dic, Coyote Man és un personatge de còmic i jo
no, ni tinc tampoc aquestes habilitats, només puc adornar i omplir un prestatge
alhora que li reto un homenatge a ell i als coiots, fent-lo servir també de
safata entre corbates de pell autèntica i perles falses per a noies il·lusionades
que no saben veure com algú que tria sinó com algú que dorm un somni que no
recordaran.
Sigui com sigui, Coyote Man no es va quedar pas al desert
a fer vida d’ermità o de hippie, el seu encant, malgrat la màscara que du,
sedueix a les noies més maques de la ciutat com ho demostra la imatge que
presento amb una avellana, una nou i una ametlla i un retolí blanc que se m’ha
colat.
Avui he vist a la filla petitona de la meva veïna filipina de replà, està
grassoneta com la seva mare i és igual de simpàtica i bonica com ella, li he
fet quatre gràcies i m’ha somrigut i a mi se m’ha il·luminat la cara i m’ha
caigut la baba al veure-les a les dues.
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Diario de
verano (21)
Coyote Man.
Me doy cuenta
que me hago mayor porque aunque me siga gustando mirar las chicas bonitas cada
vez me interesa menos el sexo. Esta inapetencia y desinterés es una señal
inequívoca de decadencia y de levedad, es cierto, pero más lo es que ahora, y
no antes, me tranquilice contemplar la nevera llena de comida.
La prueba
definitiva, sin embargo, no es la disminución del interés sexual que bien
mirado en el fondo es una santa bendición del cielo, sino la manía que se
convierte casi en fobia a oír ruidos ajenos, ruidos en general y la música de
los demás en particular, sonidos que se cuelan sin pedir permiso por las
puertas y las ventanas de casa. Pierdo vista y me vuelvo sordo pero a la vez y
paradójicamente veo más cosas que veía de joven y oigo todas las conversaciones
que se dan a mi alrededor, tengo el olfato fino y no puedo evitar oler la
sangre menstrual de estas chicas que me gusta mirar.
Todo el mundo
ha oído hablar de los hombres lobo, pero pocos conocen a los hombres coyote y a
estas alturas de mi vida, que me permite observar con tristeza y decepción la
desorientación de mis amigos jubilados, quién sabe si me he convertido en uno,
un hombre coyote de olfato fino. Debo decir, sin embargo, que la piel de los
coyotes no era demasiado apreciada en el mundo de la peletería que yo conocí,
era áspera y poco fina, con pelos gruesos como alambres del color de la arena
mojada, pieles pequeñas y delgadas que sólo valían para hacer zamarras a los
hippies de los años sesenta.
Coyote Man es un personaje de cómic, un súper
héroe misterioso con poderes especiales como todos ellos,
en su caso el más importante que posee es ver como
alguien que elige, con la mirada del que decide y sabe que decide en cada
elección igual que en el famoso poema de Robert Frost, pocos tienen ese poder
que es el poder del tiempo. Huérfano al morir sus padres en un ensayo nuclear,
un joven indio americano que vive como un ermitaño lo acoge. A ambos se suma
una bruja que se convierte en su madre adoptiva. Una noche, sin embargo,
después de una ceremonia de ocultismo, el niño se convierte en un hombre coyote
cuando mata a sus padres adoptivos y decide vivir solo en el desierto. A partir
de ese momento adquirirá sus poderes entre los que también encontramos uno muy
"vistoso", valga la expresión, su capacidad de hacerse invisible gracias
a un paso de baile similar al que hace mover los planetas.
Pero, ya
digo, Coyote Man es un personaje de cómic y yo no, ni tengo
tampoco estas habilidades, sólo puedo adornar y llenar un estante a la vez que
le rindo un homenaje a él y a los coyotes, usándolo también de bandeja entre
corbatas de piel auténtica y perlas falsas para chicas ilusionadas que no saben
ver como alguien que elige sino como alguien que duerme un sueño que no
recordarán.
Sea como
sea, Coyote Man no se quedó en el desierto para hacer vida de
ermitaño o de hippie, su encanto, a pesar de la máscara que lleva, seduce a las
chicas más guapas de la ciudad como demuestra la imagen que presento junto a
una avellana, una nuez, una almendra y un ratoncito blanco que se me ha colado.
Hoy he visto a
la hija pequeñita de mi vecina filipina de rellano, está gordita como su madre
y es igual de simpática y bonita como ella, le he hecho cuatro gracias y me ha
sonreído y a mí se me ha iluminado la cara y me ha caído la baba al verlas a
las dos.
8 comentarios:
Todos los niños tiene un halo de misterio y encanto...todos.
Lo digo por tu vecinilla del rellano.
De Coyote Man he de decir que nunca he leído nda de él, lo tendré en cuenta a ver sime hago con algún ejemplar.
Salut
La verdad que si se sabe sacar el lado bello de las cosas y aunque sea una metáfora, el lado o el ángulo de cada acto.La edad enseña a ser más observador y también a restarle dramatismo a las cosas.-Como apreciar la sonrisa de esta bebita y si encima tiene una buena vecindad ya es motivo suficiente para sentirse vivo.Como decía mi abuelo que era un poco guerrero que cada época tiene su encanto y no hay que anclarse en el pasado la experiencia es motivo suficiente para compartirla.
El otoño parece que llega un poco alterado, hasta la mitad de octubre casi siempre las mañanaS suelen ser un poco calurosas.
Coincido con Miguel de Coyote Man no conozco nada si que he visto alguna que otra ilustración.
Feliz inicio de otoño aunque me adelanto un poco.Es la estación que más me gusta; pero todo hay que decirlo: porque ya se organiza un poco mi vida.
Cómo me gusta tu forma de escribir! Sé que me repito, pero es la verdad. Entras en todos los temas con la tranquilidad que dan los años y el saber, y lo disfruto como tú al ver a la chica filipina y su niña. El escaparate es fantástico.
Muchos besos
Gracias Isolda, eres un encanto de mujer! :-)
Mis vecinas, la madre y su hija de cuatro meses solamente, las sonrisas de ambas, los hombres coyote, las chicas guapas, el otoño que está al caer y que será caluroso, todo es una metáfora que mis ojos interpretan decadente y ligera, leve. Y aunque Coyote Man más parezca un luchador enmascarado mejicano solamente es un hombre que busca y que de momento todavía no ha hallado nada digno de ser encontrado, por eso procura seducir a las chicas con pasos de baile.
Salut Miquel.
El otoño llega alterado, querida Bertha, pero es una de las estaciones más hermosas, no sé cómo debe ser en las Canarias, pero aquí es precioso aunque en una ciudad no terminas de apreciarlo demasiado excepto por las temperaturas que por fin han dejado de ser inhumanas.
Su abuelo tenía toda la razón del mundo, cada época tiene su encanto y hay que procurar encontrar las bondades en ellas. Pero las “épocas” son tan nuestras como de los demás, ellos también tienen las suyas y, desgraciadamente, no creo, como dice usted, que nadie, con las debidas excepciones, tenga demasiadas ganas de saber de los otros.
A mí me gustan mucho los niños y mi tienda, que no es en absoluto una tienda infantil, merece su elogio y su aprobación al verlos embelesados contemplar mis escaparates, algún merito, si gusta a los niños, deben tener, a mí me llena de orgullo. La hija de mi vecina es un bebé precioso con la sonrisa fácil si le ofreces la tuya con sinceridad y le dices, al mismo tiempo mirándola a los ojos, que es una niña muy guapa y bonita. Al oírme, la muy coqueta, me regala su sonrisa con la de su madre. ¿Qué más se puede pedir?
Que se organice bien su vida en este otoño y a lo largo de todo el año.
Saludos y un abrazo.
Te quedó chula la composición, muy Coyote y libre.
Tampoco he leído a Coyote pero parece un personaje de lo más curioso y políticamente incorrecto: habráse visto, un superhéroe cargándose a su familia! me encanta la idea, jeje.
Y me río, ayer mismo una amiga decía que debía estar haciéndose mayor que cada día le molesta más el ruido pero que sin embargo tiende a la sordera... jajaja. En cuanto al sexo ella anda más o menos como usted asi que va a ser verdad. A mí de momento no me molesta el ruido ni me sobra el sexo pero todo llegará. Lo único que me faltan son ganas de trabajar y en eso voy adivinando la edad, antes no me sucedía y ahora cada día me cuesta más, ays. Indicios de que todo cambia y uno no va a ser menos.
Besos sin esfuerzo
Me alegra saber, querida Marga, que no soy el único sordo al que le molesta el ruido. En cuanto al sexo siempre me ha parecido, no desde ahora, ya en mi adolescencia pensaba como Felipe Stanhope de Chesterfield, 4º Conde de Chesterfield, que “en el sexo el placer es momentáneo, el coste es exorbitante y la postura ridícula”, así que prefiero escribir en un blog donde me ahorro, al menos, eso de la postura, escribo sentado que siempre es de agradecer. Cuando le pido a una señorita hacer el amor sentados alabando la comodidad y la necesidad de cuidar mi lumbago empieza a mirarme, ya de entrada, raro y con desconfianza, no sé por qué, la verdad, cosas de las chicas.
En cuanto a Coyote Man poco se sabe de él, es un ser misterioso que usa máscara y al que las mujeres, como la de la imagen, sonríen. Poco más se sabe. Yo no soy misterioso, pero también me sonríen las mujeres, algunas mujeres, como mis vecinas, madre e hija.
Disfrute del sexo ahora que no le sobra. Supongo que usted sabrá que en el sexo una cosa muy importante es la compañía y que en ella reside buena parte del interés sexual o la falta de él.
Besos de amigo.
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