Diari de
primavera (18)
Els mitjans de
producció.
El passat
diumenge em vaig fer per dinar un arròs caldós. És senzill, primer es prepara
un clàssic sofregit de ceba, all, pastanaga i tomàquet. Quan la ceba ja comença
a enrossir hi afegeixo uns musclos, unes gambes i uns quants trossos de calamar
i al fer tot plegat xup xup també l’arròs, i al cap d’una estoneta un brou de
verdures, quasi el doble que caldria en un arròs blanc i sec. Quan l’arròs és
el punt, ni cru ni estovat, i s’ha begut la meitat del caldo tanco el foc i
deixo que reposi uns dos minuts i ja està, a taula!
Per sopar, en
canvi, em vaig preparar uns “cachelos” plat típic del
Bierzo que em va ensenyar a cuinar la QK. És també una menja molt simple, però les
patates les acompanyo amb una mica de pèsols del Maresme que li donen un punt
dolç que m’agrada. De segon un tall de bacallà arrebossat i unes anxoves de
l’Escala que, com tothom sap, són molt millors que les càntabres.
Mentre cuino
sempre m’agrada beure una cervesa, però en el dinar només aigua. Ja sé que la
norma i el bon gust gastronòmic indiquen que és imprescindible el vi, però
malgrat la moda imperant i la bombolla enològica, que igual que la immobiliària
ha esclatat ensorrant a moltes bodegues, jo sóc fidel a l’aigua. El vi el
reservo només pels brindis al Sol i olé!
En aquest sentit,
és evident que amb una típica botella de plàstic d’aigua no es pot pas convidar
a ningú a casa ni molt menys enamorar a una noia en un sopar romàntic. Per
aquest motiu tenia i tinc encara per a l’aigua una pràctica gerra de vidre de
disseny nòrdic, però com elles, en aquesta mena de coses i en altres, són molt primmirades
i pera punyetes darrerament ja ni ho intento i em dedico a menjar sol en un
acte que hom pot batejar fàcilment d’onanisme gastronòmic. Elles s’ho perden al
igual que jo m’ho guanyo en tranquil·litat i pau beatífiques; un polvo té un
preu i unes conseqüències que darrerament no tinc pas ganes de pagar ni que em
paguessin diners. La QK em fa l’ullet des d’una de les fotografies que tinc
d’ella al menjador.
El cas és que en
la migdiada després del dinar vaig tenir un somni eròtic, se’m van aparèixer
Carles Marx i Friedrich Engels amb uns arcs i unes fletxes reconeixent molt
afligits que la propietat dels mitjans de producció és determinant en el bon
rendiment d’aquests mitjans de producció i que aquest simple detall tirava per
terra i ensorrava tota la seva teoria tan feixugament formulada perquè els
condemnava al que ells mai havien volgut acabar sent, Robin Hood. Em va saber
greu veure’ls tant deprimits i se’m va passar pel cap parlar de Bakunin, dels
països nòrdics i del seu model socialdemòcrata, fins i tot del nostre estimat “Noi del
sucre”, en Salvador Seguí. Vaig triar mantenir silenci i oferir-los un got
d’aigua fresqueta, però em van dir que no, que preferien vi, exactament Burdeos
del 17, l’any de la Revolució d’Octubre,
els hi vaig respondre que no podia ser, que tenia un Priorat del 89, l’any de
la caiguda del Mur de Berlin que em va regalar una antiga novia i que igual ja
estava avinagrat.
Algú es
preguntarà què dimonis té d’eròtic tot això i jo no sabré pas què respondre
fora de dir que el sexe és com el diner i ambdós com l’aigua, sempre troba una
sortida perquè inexorablement segueix la Llei de la Gravetat. La cosa és certament
tan greu que només ens queda l’humor per sobreviure, l’arròs, les patates, les
cerveses i aquests fantàstics dies de primavera que no tornaran.
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Diario de primavera (18)
Los medios de producción.
El pasado domingo me hice para comer un arroz caldoso. Es
sencillo, primero se prepara un clásico sofrito de cebolla, ajo, zanahoria y
tomate. Cuando la cebolla ya empieza a dorarse añado unos mejillones, unas
gambas y unos cuantos trozos de calamar y al hacer todo chup chup también el
arroz, y al cabo de un rato un caldo de verduras, casi el doble que debería en
un arroz blanco y seco. Cuando el arroz está en el punto y se ha bebido la mitad
del caldo apago el fuego y dejo que repose unos dos minutos y ya está, ¡a la
mesa!
Para cenar, en cambio, me preparé unos “cachelos” plato
típico del Bierzo que me enseñó a cocinar QK. Es también un manjar muy simple,
pero las patatas las acompaño con unos pocos guisantes del Maresme que le dan
un punto dulce que me gusta. De segundo un trozo de bacalao rebozado y unas
anchoas de la Escala que, como todo el mundo sabe, son mucho mejores que las
cántabras.
Mientras cocino siempre me gusta beber una cerveza, pero en
la comida sólo agua. Ya sé que la norma y el buen gusto gastronómico indican
que es imprescindible el vino, pero a pesar de la moda imperante y la burbuja
enológica, que al igual que la inmobiliaria ha estallado cerrando muchas
bodegas, yo le soy fiel al agua. El vino lo reservo sólo para los brindis al
Sol y ¡olé!
En este sentido, es evidente que con una típica botella de
plástico de agua no se puede invitar a nadie a casa ni mucho menos enamorar a
una chica en una cena romántica. Por este motivo tenía y tengo aún para el agua
una práctica jarra de vidrio de diseño nórdico, pero como ellas, en este tipo
de cosas y en muchas otras, son muy quisquillosas y exigentes últimamente ya ni
lo intento y me dedico a comer solo en un acto que se puede bautizar fácilmente
de onanismo gastronómico. Ellas se lo pierden al igual que yo me lo gano en
tranquilidad y paz beatíficas; un polvo tiene un precio y unas consecuencias
que últimamente no tengo ganas de pagar ni que me pagaran dinero. QK me hace
un guiño desde una de las fotografías que tengo de ella en el comedor.
El caso es que en la siesta después de la comida tuve un
sueño erótico, se me aparecieron Carlos Marx y Friedrich Engels con unos arcos
y unas flechas reconociendo muy afligidos que la propiedad de los medios de
producción es determinante en el buen rendimiento de estos medios de producción
y que este simple detalle echaba por tierra toda su teoría tan pesadamente
formulada porque los condenaba a lo que nunca habían querido acabar siendo,
Robin Hood. Me entristeció verlos tan deprimidos y se me pasó por la cabeza
hablar de Bakunin, de los países nórdicos y de su modelo socialdemócrata,
incluso de nuestro querido “Noi del sucre”, Salvador
Seguí. Elegí, sin embargo, mantener silencio y ofrecerles un vaso de
agua fresca, pero me dijeron que no, que preferían vino, exactamente Burdeos
del 17, el año de la Revolución de Octubre, les respondí que no podía ser, que
solamente tenía un Priorato del 89, el año de la caída del Muro de Berlín que
me regaló una antigua novia y que igual ya estaba avinagrado.
Alguien se preguntará qué demonios tiene de erótico todo
esto y yo no sabré qué responder fuera de decir que el sexo es como el dinero y
ambos como el agua, siempre encuentra una salida porque inexorablemente sigue
la Ley de la Gravedad. La cosa es ciertamente tan grave que sólo nos queda el
humor para sobrevivir, el arroz, las patatas, las cervezas y estos fantásticos
días de primavera que no volverán.
Sean
Connery y Audrey Hepburn en Robin i Marian
de Richard Lester, 1976.
7 comentarios:
Curioso el hecho. Me ha pasado casi igual. También tropezé ayer con días que no volverán y que me han azuzado el pliegue de los recuerdos.
Abrí un libro de Cohen, poemas escogidos, por nombre. Me encontré con un par de billetes de metro de los años 70/73, y lo se porque fue cuando cogía el metro en Rocafort para ir a las Glorias a trabajar y a Sant Andreu a buscar octavillas de la ciclostil.
Los medios de producción....el título de por si es erótico, casi porno, pero hoy no tendría validez porque en la palabra obrero no sabríamos que poner.
Nadie quiere ser obrero, todos ansiamos ser especialistas.
En fin, tiempos que no volverán.
PD: Si deseas leer el libro de Las Ruinas de Palmira te lo puedo acercar. Sólo has de decirme donde tienes la tienda, se que cerca de Les Adoratrius, o sea a un paso de casa.
Salut
He dejado el Capital, ahora me entretengo leyendo actualizados vicios antigüos :
http://www.elconfidencial.com/espana/2015-06-02/pujol-jr-vaciaba-cada-ano-la-sociedad-de-las-mordidas-de-fcc-hasta-dejar-solo-una-libra_866065/
Mas que el sueño erótico (¡menudos protagonistas, jajaja!) me quedo con tu tentador despliegue culinario y sus resultados, sin duda gloriosos. Por cierto, hace poco, cuando estuve por la Costa Brava, probé las anchoas de La Escala y es cierto: eiquísimas, insuperables.
Un abrazo y gracias por esas suculentas recetas.
Jajaja que sueños más raros, señor mío, pero esa es la calidad de los sueños: el surrealismo donde todo cabe.
Me apunto su receta y lo de las anchoas... yo siempre fiel a las de Santoña pero tengo que probarlas, por tutatis!
Y sí, le entiendo cuando habla de los polvos, polvos sí, no a la alienación que pueden conllevar (asi que yo también le guiño un ojo y aplaudo sus comidas, con o sin vino.
Besos y plusvalía!
Ya no existen los obreros, querido Miquel, desaparecieron, se los llevó el viento y con ellos se fue aquella cultura obrerista y los ateneos libertarios y socialistas, todo eso es historia y ya no regresará. La responsabilidad es compartida, creo, pero eso es ya una cuestión de opiniones y el tema de otro post.
Salut
Es indudable, querida Isabel, que una buena comida, aunque sea con agua, es una buena antesala para desplegar las artes de la seducción o tener simplemente una conversación sobre los pasados, los presentes y los futuros medios de producción que, si se saben trabajar bien, dan para mucho!
Un abrazo y de nada, a disponer.
¿Cuándo los sueños no son raros?, querida Marga. La reto a comparar anchoas cántabras y ampurdanesas, usted me invita a las primeras y yo a las segundas, ¿vale?
Es verdad, el polvo me tiene mortificado, cada semana paso la aspiradora y regresa igual que lo hace el banco cuando no se le paga la hipoteca, ¡por Dios, que pesado!
Gracias por el guiño.
Besos y nada más, solamente besos, déjese de plusvalías, ¡las chicas siempre van por el interés! :-(
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