Diari de
primavera (14)
La innocència.
El meu pare em va
ensenyar que quan les orenetes volen baix plourà.
L’assassinat el
1959 de quatre membres d’una mateixa família de la població de Holcomb, Kansas,
que Truman Capote narrà en la seva famosa novel·la A sang freda diuen que va significar l’inici de la pèrdua de la
innocència per a bona part de la societat nord-americana. En aquell moment
aquesta tragèdia va posar de manifest pels ciutadans dels USA que qualsevol podia entrar fàcilment a casa teva i matar-te a tu i a tota la teva família
per robar quatre dòlars escadussers. Al 1959 s’estava acabant el llarg idil·li que
els Estats Units havien mantingut amb la bondat a l’haver militat durant la II Guerra
Mundial al costat correcte de la contesa i haver deixat també completament
enrere, i ja només pels llibres d’Història, les misèries de la Gran Depressió
dels anys 30, misèries i penúries que molts van oblidar haver-les patit i que
molts altres ni havien conegut.
Aquesta innocència
perduda es continuà malgastant com la sang que vessa sense aturador d’una ferida
mortal quan el 1963 van assassinar al President J.F. Kennedy i quan poc després
van començar a enviar al seu jovent a morir al Vietnam mentre la TV
retransmetia en directe com els seus nois retornaven dins de sacs de plàstic.
En un moment de
la pel·lícula dels germans Cohen, No Country for Old Men, un amic del personatge anomenat Xèrif Bell, que
interpreta Tommy Lee Jones, li confessa que: Si fa vint anys algú m'hagués
dit que veuria a un noi amb els cabells tallats en forma de cresta, tenyits de
verd i amb un anell al nas, hagués pensat que estava completament boig.
Jo no conec ni he
conegut ciutadans dels Estats Units fora d’un reduït grup de jueus asquenazites
i sefardites que vivien a Nova York i que tenien els seus magatzems de pells al
voltant del carrer 42, però tot i que sí conec Espanya ignoro si en algun
moment ha perdut ella també la innocència.
Quan es va perdre Cuba? Durant
la Guerra Civil? Quan es va morir la mare de Bambi? Quan un gener del 1966 van
caure aquelles bombes atòmiques a Palomares i el senyor Fraga es va tenir que
banyar a la platja amb un banyador Meyba? Quan es va destapar el primer cas de
corrupció de l’Espanya democràtica en la persona del germà de l’Alfonso Guerra?
Quan van matar a les nenes d’Alcasser? Amb l’atemptat de l’11 de març del 2004?
Quan es va saber fa poc que l’anterior rei caçava elefants? Pel que respecta
als catalans, quan en Jordi Pujol va confessar, sense que ningú li demanés que
ho fes, que la seva família tenia diners a Andorra no declarats?
El cas, però, és que el
primer que ens adonem quan perdem la innocència es que érem efectivament innocents
perquè és impossible perdre alguna cosa, la innocència o la vergonya, si no les tens, encara que també és possible
ser innocent i un pocavergonya i no saber-ho.
Sigui com sigui, jo no
puc afirmar el mateix que l’amic del Xèrif Bell però si algú fa vint anys
m’hagués dit que veuria un munt de joves caminant pel carrer mentre pressionen un
mini teclat que apareix en una minúscula pantalla sense mirar on posen els
peus, hagués pensat que estava completament boig.
Aquest matí les orenetes
volaven baixes i al migdia ja plovia.
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Diario de primavera (14)
La inocencia.
Mi padre me enseñó que cuando las golondrinas
vuelan bajo lloverá.
El asesinato en 1959 de cuatro miembros de una
misma familia de la población de Holcomb, Kansas, que Truman Capote narró en su
famosa novela A sangre fría dicen que significó el inicio de la pérdida
de la inocencia para buena parte de la sociedad norteamericana. En ese momento
aquella tragedia puso de manifiesto para los ciudadanos de los EE.UU que cualquiera podía entrar facilmente en tu casa y matarte a ti y a toda tu
familia para robar cuatro tristes dólares. En 1959 se estaba acabando el largo
idilio que los USA habían mantenido con la bondad al haber militado durante la
II Guerra Mundial en el lado correcto de la contienda y haber dejado también
completamente atrás, y ya sólo para los libros de Historia, las miserias de la
Gran Depresión de los años 30, miserias y penurias que muchos olvidaron
haberlas sufrido y que muchos otros ni habían conocido.
Esa inocencia perdida se continuó malgastando como la
sangre que brota sin cesar de una herida mortal cuando en 1963 asesinaron al
Presidente JF Kennedy y cuando poco después comenzaron a enviar a su juventud a
morir a Vietnam mientras la TV retransmitía en directo como sus chicos
retornaban dentro de sacos de plástico.
En un momento de la película de los hermanos Cohen,
No Country for Old Men,
un amigo del personaje llamado Sheriff Bell, que interpreta Tommy
Lee Jones, le confiesa que: Si hace veinte años alguien me hubiera dicho que
vería a un chico con el pelo cortado en forma de cresta, teñido de verde y con
un aro en la nariz, hubiera pensado que estaba completamente loco.
Yo no conozco ni he conocido ciudadanos de los
Estados Unidos fuera de un reducido grupo de judíos askenazis y sefardíes que
vivían en Nueva York y que tenían sus almacenes de pieles alrededor de la calle
42, pero aunque sí conozco España ignoro si en algún momento ha perdido ella
también la inocencia.
¿Cuando se perdió Cuba? ¿Durante la Guerra Civil? ¿Cuando
se murió la madre de Bambi? ¿Cuando un enero de 1966 cayeron aquellas bombas
atómicas en Palomares y el señor Fraga tuvo que bañarse en la playa con un
bañador Meyba? ¿Cuando se destapó el primer caso de corrupción de la España
democrática en la persona del hermano de Alfonso Guerra? ¿Cuando mataron a las
niñas de Alcasser? ¿Con el atentado del 11 de marzo de 2004? ¿Cuando se supo
recientemente que el anterior rey cazaba elefantes? Por lo que respecta a los
catalanes, ¿cuando Jordi Pujol confesó, sin que nadie le pidiera que lo hiciera,
que su familia tenía dinero en Andorra no declarado?
El caso, sin embargo, es que de lo primero que nos
damos cuenta cuando perdemos la inocencia es que éramos efectivamente inocentes
porque es imposible perder algo, la inocencia o la vergüenza, si no las tienes,
aunque también es posible ser inocente y un sinvergüenza y no saberlo.
Sea como sea, yo no puedo afirmar lo mismo que el
amigo del Sheriff Bell pero si alguien hace veinte años me hubiera dicho que
vería un montón de jóvenes caminando por la calle mientras presionan un mini
teclado que aparece en una minúscula pantalla sin mirar dónde ponen los pies,
hubiera pensado que estaba completamente loco.
Esta mañana las golondrinas volaban bajas y al
mediodía ya llovía.
Foto de Keith Williams
10 comentarios:
Para reflexionar tu entrada. Nos guste o no nos guste, hemos perdido la inocencia, si es que alguna vez la tuvimos, porque en todas las sociedades se producen actos violentos que nos erizan a quienes no somos agresivos.
Me ha gustado tu manera de exponer, ese decir tanto con pocas palabras.
Un abrazo.
Gracias Isabel por sus palabras, pero no sé yo si hemos perdido o no la inocencia y si aún conservamos algo de vergüenza aunque sea torera. Dentro de cuatro días hay elecciones y me parece a mí que no se puede depositar el voto dentro de la urna sin ninguna de las dos cualidades anteriores. A los españoles la picaresca y su tradicional tactismo los hace listos o listillos pero no inteligentes ni sabios.
En fin, un abrazo también para usted.
Muy bueno . Simplemente muy bueno el escrito.
Creo que me he dado cuenta lentamente. Quizá lo que vaya a escribir suene a rancio, a abuelo cabreado, pero lo he pensado tantas veces...
Me parece que perdí mi inocencia cuando me he empezado a dar cuenta de que nadie se levanta de su asiento para ceder el mismo a una persona desvalida. Y si alguna se levanta es entrada en años.
Ha sido lento pero inexorable . Y lo llevo contabilizado en el tiempo porque se me ha convertido en una obsesión. Al menos hace tres años, y me quedo corto. Y soy un usufructuario del trasporte público.
O he perdido la inocencia, o es que hemos cambiado sin darnos cuenta.
Salut
La sensación que tengo, certeza que voy adquiriendo con los años y las lecturas (aquellas que hablan de lo que otros pensaron hace ya tanto, claro), es que todos los tiempos tienen sus pérdidas de inocencia, sus descabales, sus cuitas, sus obsesiones o tragedias. Me da que ya debió existir un hitita que se preguntara por aquel momento en el que todo se fue al garete y sus razones. Que serían las que él se quisiera contar, como yo misma o cualquiera, las que nos encajan en el relato que nos contamos para otorgar algo de sentido a nuestras ideas.
No creo que ningún tiempo pasado fuera mejor o peor, o no creo poder llegar a saberlo, con el único tiempo que cuento es con el que me toca justo ahora y ya me vale y ya nos cuesta. Y estoy con usted, estos no me gustan. Pero es que dudo que a nadie le pueda llegar a gustar su tiempo salvo a rachas y por momentos fugaces.
Exactamente igual a la vida.
Besos raudos
Gracias Miquel, eres muy amable. Cada uno pierde la inocencia a su manera si es que la pierde. Esa pérdida siempre conlleva un desengaño, una decepción, nos desencantamos porque previamente estábamos encantados. Esos que no ceden su asiento también son ellos una decepción en sí mismos, lo que sucede es que no lo saben, viven encantados en su estupidez.
Salut.
Tiene toda la razón, querida Marga, es exactamente como dice, y yo mismo me siento ya como un hitita viendo caer Troya, tengo un mal presentimiento, y lo tengo porque sé, arrimando el ascua a mi sardina, que si alguien me dijera que dentro de cien años casi no se hablará el catalán en mi tierra no lo tomaría por loco.
Besos troyanos.
Excelente reflexión. Tampoco yo me atrevería a decir cuándo hemos perdido la inocencia; es más, a veces creo que nos resistimos, que queremos creer que los corruptos son unos pocos y no la mayoría, que la sociedad es limpia e impóluta y, vaya por Dios, elegimos a los corruptos sin saber de dónde venían, dónde estaban. Nos cuesta aceptar que los "elegidos" han salido de entre nosotros, representan lo que nuestra sociedad es: tramposa, aprovechada, explotadora, insolidaria a la hora de pagar impuestos. O es que ¿alguien conoce una empresa en la que paguen a los trabajadores en dinero legal y no una parte en "negro"? A veces, más que inocentes es que somos "listillos". En fin. Saludos cordiales.
Hay un aserto famoso, querida Isabel Barceló, que afirma que no se puede estafar a un hombre justo, con ello se quiere asegurar que en cualquier estafa o engaño es necesaria la colaboración de cualquiera de los implicados, incluso de la víctima que tampoco actúa del todo con buena fe.
Si esto es así está claro que nadie ha perdido la inocencia ni la vergüenza en España porque ella solamente estaría en manos de ese hombre justo, ni inocente ni sinvergüenza, al que nadie puede estafar.
Saludos y gracias por sus palabras.
Magnífico tu artículo, querido Peletero, como todo lo que he leído de ti. Te diría que viendo lo que ocurre en la actualidad y los cambios que vivimos (algunos que sí considero muy positivos, porque no todo es desastre), yo a menudo siento que me he caído del mundo. Supongo que cuando se llega a cierta edad a todos nos pasa. Sin embargo, dudo un poco de que a estas alturas todavía se pueda alegar que se perdió la inocencia. Con los adelantos en tecnología, en las comunicaciones, inocentes quizá sean los menores de 5 años. No comprendo por qué, por ejemplo, la gente elige el peor candidato y luego espera tener el mejor gobernante. En América Latina, Centro América, Europa, en China y la Conchinchina (por hablar del último rincón del mundo) existen ejemplos perfectos de lo que le ocurre a los países cuando la corrupción y la infamia se enseñorean, y sin embargo, parece que no aprendemos jamás por cabeza ajena. Desgraciadamente tiene que sucedernos para que nos pellizquemos, y algunas veces ni así
...
Gracias Madeleine, tú eres, junto con Amparo, una de mis dos comentaristas más antiguas y entrañables.
Ya sabes que las personas siempre tropezamos con la misma piedra repetidas veces y de la decepción pasamos enseguida de nuevo a la esperanza y con ella a la inocencia para decepcionarnos al poco tiempo. Es nuestra condición.
Besos de tu peletero catalán.
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