Foto de l’Albert presa des de casa.
Diari d’hivern (19)
La hipotenusa.
Des de que vaig nàixer la meva vida ha estat
marcada d’una manera ineludible per Pitàgores, el famós filòsof i matemàtic
grec conegut pel seu encara més famós teorema que du el seu nom. Per què afirmo
tal cosa?, perquè sempre he viscut en una hipotenusa (no és broma) que,
curiosament, senyala també el nord magnètic de la Terra de forma quasi exacta.
El nord magnètic no és pas fidelment el nord
geogràfic ni el nord moral tampoc, però sí que em permet saber de forma molt senzilla
on és l’eclíptica i el pla de rotació de la Via Làctia, és a dir, el sentit de
la navegació, babord, estribord, la proa, la popa i aquesta mena de coses. Per
això també tinc al moble del rebedor de casa una brúixola que és el primer que
miro a l’entrar, no fos cas que els pols del planeta haguessin canviat, no
seria tampoc la primera vegada que succeeix un fenomen tan extraordinari. Sembla
poc, o una dada sense importància, supèrflua, un fet extravagant i inútil, però
no, considero que, ans el contrari, és molt i principal tenir clara la simetria
de l’espai i el sentit de la marxa per saber, entre d’altres qüestions, que la
bellesa interior és una faula.
Ja fa uns quants anys que l’Oscar Wilde ho va
deixar molt clar quan va afirmar, molt segur del que deia com sempre era ell, en
el prefaci de El retrat de Dorian Grey,
que “tan sols les persones superficials
no jutgen per les aparences. El veritable misteri del món és el visible, no pas
el que no es veu.”
El també famosíssim rabí Hilel ha passat a la
història igualment per una frase segura, curta i senzilla: “No
facis als altres el que no vols que et facin a tu; tota la resta són comentaris”.
L’important de la frase és la part final: tota
la resta són comentaris.
Els meus comentaris són en aquest blog, qualsevol
els pot llegir, el meu misteri és l’agulla imantada de la brúixola que tinc al
moble del rebedor de casa meva, i els altres, als que no he de fer el que no
vull que ells em facin a mi, de tant en tant em conviden a dinar i es beuen,
com si beguessin aigua, una botella sencera de vi negre mentre m’expliquen
coses de les seves vides.
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Diario de invierno (19)
La hipotenusa.
Desde que nací mi vida ha estado marcada de una manera ineludible por
Pitágoras, el famoso filósofo y matemático griego conocido por su aún más
famoso teorema que lleva su nombre. ¿Por qué afirmo tal cosa?, porque siempre
he vivido en una hipotenusa (no es broma) que, curiosamente, señala también el
norte magnético de la Tierra de forma casi exacta.
El norte magnético no es fielmente el norte geográfico ni el norte moral
tampoco, pero sí me permite saber de forma muy sencilla donde está la eclíptica
y el plano de rotación de la Vía Láctea, es decir, el sentido de la navegación,
babor, estribor, la proa, la popa y este tipo de cosas. Por eso también tengo en
el mueble del recibidor de casa una brújula que es lo primero que miro al
entrar, no sea que los polos del planeta hubieran cambiado, no sería tampoco la
primera vez que sucede un fenómeno tan extraordinario. Parece poco, o un dato
sin importancia, superfluo, algo extravagante e inútil, pero no, considero que,
al contrario, es mucho y principal tener clara la simetría del espacio y el sentido
de la marcha para saber, entre otras cuestiones, que la belleza interior es una
fábula.
Ya hace algunos años que Oscar Wilde lo dejó muy claro cuando afirmó, muy
seguro de lo que decía como siempre era él, en el prefacio de El retrato de Dorian Grey, que "sólo las personas superficiales no juzgan
por las apariencias. El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo que
no se ve."
El también famosísimo rabino
Hilel ha pasado a la historia igualmente por una frase segura, corta y
sencilla: "No hagas a los otros lo
que no quieres que te hagan a ti; todo lo demás son comentarios". Lo
importante de la frase es la parte final: todo
lo demás son comentarios.
Mis comentarios están en este blog, cualquiera los puede leer, mi misterio
es la aguja imantada de la brújula que tengo en el mueble del recibidor de mi
casa, y los otros, a los que no tengo que hacer lo que no quiero que ellos me
hagan a mí, de vez en cuando me invitan a comer y se beben, como si bebieran
agua, una botella entera de vino tinto mientras me cuentan cosas de sus vidas.
4 comentarios:
Se puede vivir en una hipotenusa? nunca me lo habría planteado... me ha dejado llena de curiosidad.
De nortes ya sabe como ando, más bien floja, se me desnortan los nortes. En cuanto a las brújulas me confunden y la geometría me aturulla con sus idas y venidas. Y qué decirle de las tangentes, tan esquinadas ellas. O los círculos y su rotundidad de diámetro y formulación.
Asi que me quedo con su rabino convencida de la razón de sus palabras, todo lo demás son comentarios (estos que usted y yo nos dedicamos en los que a veces sólo parece faltar la botella de vino para terminar de desvariar, uno y el otro, no le parece?)
Bienvenidos sean nuestros desvaríos, de cualquier manera.
Con Wilde estoy de acuerdo a veces, otras sólo creo que le encantaba tomarnos el pelo, convencido él de su valía y posteridad. No se equivocó ni una miajita, qué tipo listo!
Besos y ángulos
El Ensanche de Barcelona es una cuadrícula y la diagonal de esa cuadrícula, que es al mismo tiempo una hipotenusa de los dos triángulos resultantes, marca casual y perfectamente el Norte magnético.
Algunas pocas calles en lugar de seguir el trazado longitudinal siguen el de esas diagonales, yo vivo en una de esas pocas calles que, en mi caso, tiene nombre de santo y que antiguamente era uno de los paseos de ronda extramuros que circunvalaban las murallas de la ciudad que asaltaron las tropas de Felipe V.
La ciudad de Barcelona tiene apego por denominar a sus calles con nombres geométricos y geográficos, La Diagonal, El Paralelo, La Meridiana… calles muy importantes, largas y anchas. La mía, como le he dicho, es más modesta pero tiene ese nombre de Santo que le da solera y también nombra mi barrio y proviene de una de las puertas de la ciudad que estaba protegida por un baluarte y que daba salida al antiquísimo camino funerario romano donde se enterraban las cenizas de los fallecidos.
Es decir, sí, vivo físicamente en una hipotenusa y por eso decía que no era ninguna broma. Como ve ni siquiera es una metáfora.
Tiene usted mucha razón en lo que dice de nuestro amigo Oscar Wilde y lo de bienvenidos nuestros desvaríos, naturalmente que sí, bienvenidos sean!!
No le tenga manía a las tangentes, una caricia es eso, una tangente.
Besos tangenciales.
Conozco bien tantas diagonales, cuadrados y chaflanes que originan octógonos únicos. Ahora he recordado que en esa misma hipotenusa, vivieron mis abuelos paternos y nacieron mis tías y mi padre.
Cuánto me ha gustado su definición de caricia, es cierto una sutil tangente.
Siguiendo con las ciencias, bajo en líneas paralelas con sus peldaños atravesados a los pisos inferiores.
U placer pasear por sus variados pensamientos.
Ildefonso Cerdá cuadriculó Barcelona, pero no se olvidó de levantar diagonales que encima señalaran el Norte, era un hombre inteligente. Mi calle, además, también es una frontera entre la Barcelona vieja del Raval y la nueva, ya no tanto, del Ensanche, y eso, vivir en una frontera, marca.
Besos.
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