Diari d’hivern
(12)
Els líders.
He decidit
titular aquest post d’una manera curta, amb dues paraules només, “Els líders”. El títol correcte havia de
ser massa llarg, “Els gats servals, les
papallones, les promeses, els tercers, els líders, grassos o prims, i la gent”,
sinó gairebé hagués invertit els termes i escrit més paraules en el títol que
en el text conseqüent, una alteració d’aquesta mena de les normes literàries no
escrites crec que encara no s’ha produït. Estan de moda els microrelats, no, en
canvi, els megatítols. No sé per què, a no ser, això sí, que representin un
problema tècnic pels dissenyadors gràfics a l’hora d’encabir-los en la portada.
El cas és que m’està
sortint un preàmbul excessiu i, després de tot el primer paràgraf, encara no he
escrit res del que he anunciat que escriuria sobre els gats servals, les
papallones, les promeses, els tercers, els líders, grassos o prims, i la gent.
Sobre la gent no
hi ha massa cosa a dir, només cal consultar, fer una ullada a les xarxes
socials i veure la mena de coses que es diuen i els debats que es tenen.
Sobre els líders,
grassos o prims, estan en boca de tothom, tant que s’ha creat una especialitat
professional específica per parlar-ne i ensinistrar-los, els coach. La tesi bàsica del coaching és que un bon
líder és aquell que sap interpretar la voluntat de la gent al seu càrrec alhora
que aconseguir conduir-los on ell vol com un bon pastor. En aquest sentit,
aquests darrers dies i a rel dels recents esdeveniments polítics a Grècia se’ns
recorda que no es poden fer promeses en nom de tercers. És a dir, hom pot
prometre que farà tal cosa, molt bé, el que hom no pot és prometre que aquesta
tal cosa que es promet tindrà tal afecte si per a que el tingui es necessita la
connivència, l'acord o el vistiplau d'un tercer amb el que encara no s’ha
parlat i que potser pensa de manera molt diferent.
Molts som
conscients que vivim un canvi d’època, d’era, i això ens fa buscar en el passat
situacions similars, explicacions que ens siguin útils. Una de les frases més
citades arreu és la que va dir Fabrizio Corbera, Príncep de Salina, en la gran
novel·la, Il Gattopardo (serval), de Giuseppe
Tomasi di Lampedusa, on afirmava, al contemplar l’enfonsament del seu món i
l’arribada d’un altre que desconeix però que intueix, que cal que tot canviï
per a que tot continuï igual.
Ja fa anys, també,
que està de moda en les converses de bar i d’Internet el que s’anomena l’efecte papallona,
una manera poètica d’anomenar un fenomen específic de la igualment famosa i
molt complexa Teoria del caos. La
Viquipèdia ens dona una bona explicació senzilla per a tothom: “petites variacions en les condicions
inicials d'un sistema dinàmic poden
produir grans variacions en el comportament del sistema a llarg termini”.
Totes aquestes
qüestions, els gats servals, les papallones, les promeses, els tercers, els líders,
grassos o prims, i la gent, es poden donar juntes i alhora?, les podem trobar
plegades en una imatge que les reuneixi convertint-les en una de sola? Sí, i
això és perfectament possible gràcies a dos grans còmics del cinema nord
americà que van popularitzar una molt particular i tendra visió del gilipolles
etern. Parlo de Stan Laurel i Oliver Hardy
que en la següent escena ens mostren que els servals, les papallones, les
promeses, els tercers, els líders, grassos o prims, i la gent són una sola cosa
i que, efectivament, quan tot canvia, tot, en realitat, continua igual.
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Diario de invierno (12)
Los líderes.
He decidido titular este post de una manera corta, con dos
palabras solamente, "Los líderes".
El título correcto debía ser demasiado largo, "Los gatos serval, las mariposas, las promesas, los terceros, los
líderes, gordos o flacos, y la gente", sino casi hubiera invertido los
términos y escrito más palabras en el título que en el texto consiguiente, una
alteración de este tipo de las normas literarias no escritas creo que todavía
no se ha producido. Están de moda los microrrelatos, no, en cambio, los megatítulos.
No sé por qué, a no ser, eso sí, que representen un problema técnico para los
diseñadores gráficos cuando los colocan en la portada.
El caso es que me está saliendo un preámbulo excesivo y,
después de todo el primer párrafo, todavía no he escrito nada de lo que he
anunciado que escribiría sobre los gatos serval, las mariposas, las promesas,
los terceros, los líderes, gordos o flacos, y la gente.
Sobre la gente no hay demasiado que decir, sólo hay que
consultar, echar un vistazo a las redes sociales y ver la clase de cosas que se
dicen y los debates que se tienen.
Sobre los líderes, gordos o flacos, están en boca de todos,
tanto que se ha creado una especialidad profesional específica para hablar y
adiestrarlos, los coach. La tesis
básica del coaching
es que un buen líder es aquel que sabe interpretar la voluntad de la gente a su
cargo a la vez que conseguir conducirlos donde él quiere como un buen pastor.
En este sentido, estos últimos días y a raíz de los recientes acontecimientos
políticos en Grecia nos recuerdan que no se pueden hacer promesas en nombre de
terceros. Es decir, se puede prometer que se hará tal cosa, muy bien, lo que no
se puede es prometer que esta tal cosa que se promete tendrá tal afecto si para
que lo tenga se necesita la connivencia, el acuerdo o el visto bueno de un
tercero con el que aún no se ha hablado y que quizás piensa de manera muy
diferente.
Muchos somos conscientes de que vivimos un cambio de época, de era, y eso nos hace buscar en el pasado situaciones similares, explicaciones
que nos sean útiles. Una de las frases más citadas es la que dijo Fabrizio
Corbera, Príncipe de Salina, en la gran novela, Il Gattopardo (serval), de Giuseppe
Tomasi di Lampedusa, donde afirmaba, al contemplar el hundimiento de su
mundo y la llegada de otro que desconoce pero que intuye, que es necesario que
todo cambie para que todo siga igual.
Ya hace años, también, que está de moda en las
conversaciones de bar y de Internet lo que se llama el efecto mariposa,
una manera poética de nombrar un fenómeno específico de la igualmente famosa y
muy compleja Teoría del
caos. La Wikipedia nos da una buena explicación sencilla para todos: "pequeñas variaciones en las condiciones
iniciales de un sistema dinámico pueden producir grandes variaciones en el
comportamiento del sistema a largo plazo".
Todas estas cuestiones, los gatos serval, las mariposas, las
promesas, los terceros, los líderes, gordos o flacos, y la gente, ¿se pueden
dar juntas y al mismo tiempo?, ¿las podemos encontrar sumadas en una imagen que
las reúna convirtiéndolas en una sola? Sí, y eso es perfectamente posible
gracias a dos grandes cómicos del cine norteamericano que popularizaron una muy
particular y tierna visión del gilipollas eterno. Hablo de Stan Laurel i Oliver Hardy
que en la siguiente escena nos muestran que los serval, las
mariposas, las promesas, los terceros, los líderes, gordos o flacos, y la gente
son una sola cosa y que, efectivamente, cuando todo cambia, todo, en realidad,
sigue igual.
2 comentarios:
Lo más terrible es que todo sigue igual para los escogidos de la fortuna. Para los que siempre soportan las crisis, los cambios los empobrecen a efectos de que los de arriba no pierdan ni un ápice de sus privilegios. Desde que el mundo es mundo.
Interesante reflexión. Me ha gustado especialmente el modo de ligar las ideas, acudiendo a fuentes muy heterogéneas.
Un saludo afectuoso.
Así es, los más débiles siempre pagan las consecuencias de las malas políticas, los poderosos tienen un plan B, margen de maniobra aunque sea para huir de país, ellos o su dinero, los débiles no. Y también son las víctimas de las promesas que no pueden cumplirse ni que nadie debería creerse, pero, ya se sabe, las personas y los pueblos, sólo quieren o pueden creer aquello que necesitan oír. Los privilegios van por barrios, ayer mismo vimos a los cineastas pidiendo que les rebajen el IVA mientras, por decir algo, los pobres fruteros que nos venden una deliciosa fruta no piden eso.
Gracias por sus palabras, el mundo es heterogéneo aunque sea casi redondo y, si es posible, con humor todo siempre es mejor.
Saludos.
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