Diari de tardor (13)
L’ull de vidre.
Fa uns dies parlava dels meus ulls, del
que puc veure amb ells i del que se m’escapa, i no fa pas gaire ho feia també
dels ulls de vidre, i a rel d’ells em ve al cap una anècdota de “Kaputt”, la novel·la d’en Curzio Malaparte:
"-El
Oficial s'interromp, però poc després continua parlant amb una veu estranya i
dolça:
-
Escolta el que et dic: jo tinc un ull de vidre. És difícil distingir-lo del
veritable. Si encertes de seguida, i sense pensar-ho, quin dels dos ulls és el
de vidre, et perdono la vida i et deixo lliure."
("Kaputt, L'ull de vidre", Curzio
Malaparte)
Jo n’he posat molts d’ulls de vidre a
cranis de visó o de guineu, m’ho va ensenyar fer el meu pare que era un
veritable mestre; els posàvem en cranis de cartró que fèiem servir per una de
les feines clàssiques del nostre ofici, mig pelleteria i mig taxidèrmia. Però
l’escena descrita en Kaputt em
recorda una altra escena ben diferent, la que encapçala aquest post d’avui i
que jo associo amb la primera per una raó que sospito però que no m’atreveixo a
revelar i que representa la icona bàsica del meu Peletero.
La nena porta una flor a la mà mentre tots
canten. Camina ràpida i decidida per entre la gent contenta d'estar junta i de
cantar en grup. Aquesta és una manera, no en hi ha moltes més, d'espantar la
por. Això és tot, res més que una nena amb una flor i una cançó
cantada a cor en algun lloc. En algun lloc sempre hi ha algú que canta i que fuig,
que espanta la por, en algun lloc sempre hi ha també una nena amb una flor que
camina decidida per entre la gent que canta reunida. A on va tan resolta i
decidida?
En un post passat em preguntava què li
faltava a la fotografia d’una peça de l’aparador de Loewe del Passeig de Gràcia
de Barcelona. En realitat no li faltava res sinó que li sobrava i el que li sobrava
era això que apareixia a la cantonada inferior dreta:
La quarta part d’un rostre d’un home de
cabells blancs i ulleres que sembla que es fa visera amb la seva ma dreta. Va
ser una imatge furtiva, no buscada i que va aparèixer casualment en un dels reflexes
del cristall de l’aparador, aquestes coses succeeixen molt sovint, són com uns
ullets.
Aquests darrers dies s’ha colat també a
Espanya una imatge furtiva no sobrera, una imatge de cues de catalans lliures i sense por amb la seva voluntat
escrita en un paper com si fos una flor, aquesta voluntat els ha fet descobrir
quin és l’ull de vidre del diable que encantat i estúpid s'ha quedat mirant embadalit el
tros de paper.
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Diario de
otoño (13)
El ojo de cristal.
Hace unos
días hablaba de mis ojos, lo que puedo ver con ellos y de aquello que se me
escapa, y no hace mucho lo hacía también de los ojos de cristal, y a raíz de
ellos me viene a la cabeza una anécdota de "Kaputt", la novela de Curzio
Malaparte:
“-El oficial se
interrumpe y a poco continúa hablando con una voz extraña y dulce:
- Oye lo que te digo:
yo tengo un ojo de cristal. Es difícil distinguirlo del verdadero. Si aciertas
enseguida, y sin pensarlo, cuál de los dos ojos es el de cristal, te perdono la
vida y te dejo libre.”
(“Kaputt, El ojo de cristal”, Curzio Malaparte)
Yo he
puesto muchos de ojos de cristal en cráneos de visón o de zorro, me lo enseñó
mi padre que era un verdadero maestro; los poníamos en cráneos de cartón que
usábamos para uno de los trabajos clásicos de nuestro oficio, medio peletería y
medio taxidermia. Pero la escena descrita en Kaputt me recuerda otra escena bien diferente, la que encabeza este
post de hoy y que yo asocio con la de la novela por una razón que sospecho pero
que no me atrevo a revelar y que representa el icono básico del mi Peletero.
La niña lleva una flor en la mano mientras todos cantan.
Camina rápida y decidida por entre la gente contenta de estar junta y de cantar
en grupo. Ésa es una manera, no hay muchas más, de ahuyentar el miedo. Eso es
todo, nada más que una niña con una flor y una canción cantada a coro en algún
lugar. En algún lugar siempre hay alguien que canta y que huye, que ahuyenta al
miedo, en algún lugar siempre hay también una niña con una flor que camina
decidida por entre la gente que canta reunida. ¿A dónde va tan resuelta y
decidida?
En un post
pasado me preguntaba qué le faltaba a la fotografía de una pieza del escaparate
de Loewe del Paseo de Gracia de Barcelona. En realidad no le faltaba nada sino
que le sobraba y lo que le sobraba era eso que aparecía en la esquina inferior
derecha:
La cuarta
parte de un rostro de un hombre de cabellos blancos y gafas que parece que se
hace visera con su mano derecha. Fue una imagen furtiva, no buscada y que
apareció casualmente en uno de los reflejos del cristal del escaparate, esas
cosas suceden muy a menudo, son una especie de guiños.
Estos
últimos días se ha colado también en España una imagen furtiva no sobrera, una imagen de colas de catalanes libres y sin miedo, con su voluntad escrita en un papel como si fuera una flor, esta
voluntad les ha hecho descubrir cuál es el ojo de cristal del diablo que pasmado
y estúpido se ha quedado embobado mirando el trozo de papel.
Botero Keita
6 comentarios:
Me gusta la forma de hilar las ideas que tiene usted, Peletero. El poema que figura al pie de su avatar es una belleza. Con una flor en la mano y la alegría de saberse libre y confiado.
Miro el señor que aparece mirando el escaparate: no sé qué ve, pero sé que es viudo. También mezclo las ideas y disfruto de su entrada.
Besos desde el sur.
Gracias por sus palabras, querida Isolda, se hace lo que se puede. La realidad es poliédrica y las conexiones entre sus caras también las podemos encontrar en el interior del diamante o del pedrusco.
España, sin ánimo de ofender, es un pedrusco valioso que necesita una buena talla y un mejor engarce, de momento parece que esto no es posible a pesar que el tiempo no pasa en balde. Los deberes debe hacerlos y hacerlos bien porque si no suspenderá los exámenes y no podrá pasar de curso. Cuatro días antes de perder Cuba, cuatro días exactos, decían lo mismo que dicen ahora.
Una pena, pero España es así y nadie, absolutamente nadie, la cambiará.
Besos.
Por cierto Isolda. ¿Por qué dice que es viudo el señor de la fotografía?, en su mano derecha lleva un anillo.
Quien canta su mal espanta, decía mi madre, mientras cantaba a todas horas. De ese consejo y por imitación vendrá mi costumbre de tararearlo todo.
Está bien eso de sentirse libre y sin miedo a pesar de que yo aún no haya conocido a nadie que esté lo primero ni que sea capaz de vivir sin lo segundo, pero sí, debe estar bien. Aunque durara un tiempo creo que ya merecerá la pena. Me alegro por ustedes y mucho.
Besos contrabajo.
Este estado, de libertad y falta de miedo, durará, efectivamente, un tiempo, querida Marga, porque nada dura para siempre y porque conquistada la normalidad y la cotidianidad la épica desaparece y la realidad regresa.
Estos días también se celebra la caída del Muro de Berlín y del resto del bloque soviético. En aquel lejano 9 de noviembre de 1989 la gente también perdió el miedo y quiso experimentar qué era eso de ser libre y lo hizo de la manera más sencilla que conocían, traspasando una calle y saliendo a dar un paseo con la familia, los niños y la suegra. Cuando la gente pierde el miedo de esta manera, festiva, pacífica, esperanzada, alegre y tranquila, no hay poder ni fuerza ni muro que lo pueda impedir.
Gracias por su alegría, oír eso es muy importante porque esa alegría es la única que puede convertir el pedrusco en diamante.
Alégrense todos también, salgan a pasear con la parentela, los gatos y el perro, y tómense unas cañas y unas aceitunas, no hace falta mucho más.
Besos sintrabajo.
No veo muy bien, todo sea dicho, pero para mí que hay dos anillos en el dedo del señor en cuestión. Es cuestión baladí aunque me llamó la atención.
Besos en esta piedra que hay que tallar con habilidad y talento.
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