Diari de tardor (10)
Felicidade
Fa un temps la QK em va explicar que en el
funeral al que va assistir de l’esposa, morta sobtadament, d’una ex parella seva, mai havia vist a un
home plorar amb tant de sentiment com el seu ex company per la seva muller, i que el que més desitjava en el món, tant que fins i tot
donaria a canvi algun dels pocs dies que li quedaven de vida, era que algú la
plorés a ella igual en el seu propi funeral. És molt trist sentir això quan
saps que qui tu diu s’està morint i li queda, certament, poc temps de vida, i
se suposa també que tu ets alguna cosa més que un simple amic.
El meu amor propi ja no depèn dels meus
actes ni de la vida que duc ni de la vida dels altres que m’envolten, però a l’inrevés
sí. El que faig o deixo de fer, les accions o les omissions, les meves ofenses,
les persones que trio o que deixo pel camí, sí són conseqüència del meu amor
propi.
A aquestes alçades de la meva vida no vull
ni puc ja buscar excuses pels meus errors i les meves faltes, jo ja no sóc per
a mi, si és que alguna vegada ho he estat, una incògnita que he de contestar,
un jeroglífic o un problema que he de resoldre, en realitat no crec haver-ho
estat mai, no discuteixo amb mi mateix, encara que sí que discuteixo amb tothom
i li parlo a la paret, als retrats, als morts i li parlo al meu arbre.
Discuteixo amb tothom en un intent va d’escombrar
la tristor i la decepció, va perquè ambdues són com la pols i la buidor,
augmenten de manera constant i sense aturador.
Molt a prop de la meva botiga hi ha una
residència d’ancians de Sanitas. Cada dia veig passejar als avis agafats del
bracet de familiars o de cuidadors voluntaris, pel seu propi peu, passet a
passet, o en cadira de rodes.
Ahir a la tarda una senyora molt gran en una
d’aquestes cadires de rodes empesa per la que després vaig saber era la seva
germana es va aturar davant de la porta per mirar l’aparador, al veure-les vaig
sortir i les vaig saludar.
En aquestes situacions sempre crec trobar
a la meva mare. La senyora es deia Maria i tenia uns ulls grisos clars
preciosos, li vaig agafar la ma i li vaig dir que estava guapíssima i que tenia
uns ulls molt bonics. Em va mirar molt fixament des de més enllà del seu
Alzheimer i em va dir retenint-me la ma amb força i com si fos algú important
per a ella: “amb tu mai he pogut”.
El sol, els núvols, els dies lluminosos,
els dies grisos i els fantasmes dels meus morts poden apaivagar una miqueta el
desencís i omplir el records de la millor fragància, però, poca cosa més, igual
que la més bona d’aquestes fragàncies l’encant s’esvaeix com l’alè.
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Diario de
otoño (10)
Felicidade
Hace un
tiempo QK me explicó que en el funeral al que asistió de la esposa, muerta
repentinamente, de una ex pareja suya, nunca había visto a un hombre llorar con
tanto sentimiento como su ex compañero por su mujer, y que lo
que más deseaba en el mundo, tanto que incluso daría a cambio alguno de los
pocos días que le quedaban de vida, era que alguien la llorara a ella igual en su
propio funeral. Es muy triste oír esto cuando sabes que quien te lo dice se está
muriendo y le queda, ciertamente, poco tiempo de vida, y se supone también que
tú eres algo más que un simple amigo.
Mi amor
propio ya no depende de mis actos ni de la vida que llevo ni de la vida de los
demás que me rodean, pero al revés sí. Lo que hago o dejo de hacer, las
acciones u omisiones, mis ofensas, las personas que elijo o que dejo por el
camino, sí son consecuencia de mi amor propio.
A estas
alturas de mi vida no quiero ni puedo ya buscar excusas por mis errores y mis
faltas, yo ya no soy para mí, si es que alguna vez lo he sido, una incógnita
que tengo que contestar, un jeroglífico o un problema que he de resolver, en
realidad no creo haberlo sido nunca, no discuto conmigo mismo, aunque sí
discuto con todo el mundo y le hablo a la pared, a los retratos, a los muertos
y le hablo a mi árbol.
Discuto
con todo el mundo en un intento vano de barrer la tristeza y la decepción, vano
porque ambas son como el polvo y el vacío, aumentan de manera constante y sin
freno.
Muy cerca
de mi tienda hay una residencia de ancianos de Sanitas. Cada día veo pasear a
los abuelos cogidos del brazo de familiares o de cuidadores voluntarios, por su
propio pie, pasito a pasito, o en silla de ruedas.
Ayer por
la tarde una señora muy mayor, en una de estas sillas de ruedas empujada por la
que después supe era su hermana, se detuvo delante de la puerta para mirar el
escaparate, al verlas salí y las saludé .
En estas
situaciones siempre creo encontrar a mi madre. La señora se llamaba María y
tenía unos ojos grises claros preciosos, le cogí la mano y le dije que estaba
guapísima y que tenía unos ojos muy bonitos. Me miró muy fijamente desde más
allá de su Alzheimer y me dijo reteniéndome la mano con fuerza y como si
fuera alguien importante para ella: "contigo
nunca he podido".
El sol,
las nubes, los días luminosos, los días grises y los fantasmas de mis muertos
pueden apaciguar un poco el desencanto y llenar los recuerdos de la mejor
fragancia, sin embargo, poco más, al igual que la mejor de estas fragancias el
encanto se desvanece como el aliento.
2 comentarios:
Yo, al contrario que usted, cada día discuto más conmigo misma y voy "quitándome" de hacerlo con los demás. Llegué a un acuerdo, señor Peletero, con mi amor propio y mi tranquilidad mental.
Pero no seré yo quien diga qué o cuáles estrategias funcionan mejor, cada cual sabe de las suyas, verdad?
Pero hágase un favor, no confunda con estrategias permanentes lo que debe durar un tiempo: su pena. Y tampoco lo confunda con el resto de su vida. Eso, concédase un tiempo y no se arrogue agravios en exceso. No merecen la pena.
En fin, que eso, que yo qué sé pero se me ocurre.
Un beso.
(Me encanta el video de Veloso)
Gracias por sus palabras, querida Marga, pero no sé si es mejor discutir con uno mismo que con los demás, quizás el ideal, lo más sensato e inteligente, sea no discutir con nadie. Mi tío Eduardo ya me decía que la clave de la felicidad era decir a todo que sí y luego hacer lo que a uno le da la gana. Pero no sé, nunca me llegó a convencer su filosofía.
Pero le haré caso, Marga, al menos en relación a eso de las estrategias, o mi pena como usted la llama, que no han de durar para siempre, naturalmente que no, pero no son tanto estrategias como ganas de entender lo que sucede a mi alrededor, es ese discutir con todo, pero le hare caso.
Besos también para usted.
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