Diari de tardor (2)
El penúltim post.
El dilluns passat vaig anar a recollir els
resultats de la ecografia de pròstata que em va fer la Violeta, aquella doctora
argentina tan simpàtica que va acceptar el joc d’ironies que jo li proposava;
no és pas fàcil trobar persones, homes o dones, que tinguin el bon sentit de
l’humor que significa, en primer lloc, fer broma d’un mateix.
També em van donar els resultats de les
anàlisis de sang i d’orina. L’hora de la visita amb el metge, era a un quart de
dotze i malgrat la cua que hi havia em va rebre de seguida.
Al sortir, com era encara d’hora però
gairebé migdia, vaig decidir prendre’m la resta del mati lliure i torna a casar
passejant mentre gaudia del sol, de la brillantor i la fotogènia de la meva Barcelona.
Un trajecte de dues hores caminant.
L’antic Hospital de Sant Pau, recentment
restaurat, estava esplèndid i ple de turistes, encara que no tants com els que
hi havia a la Sagrada Família. Vaig fer unes quantes fotografies, fins i tot de
l’aparador de Loewe al Passeig de
Gràcia, sempre m’hi paro i me’l quedo mirant embadalit per les peces tan precioses de cuiro que hi tenen
exposades.
Els turistes es passegen i omplen els
carrers, però no toquen res, no pas com la doctora que em va fer la ecografia i
que no parava de masegar-me el baix ventre amb el seu aparell d’ultrasons com ho
faria el sonarista d’un submarí
auscultant la foscor. Qualsevol pot emmalaltir, el seu cos el poden maltractar,
ultratjar o dignificar acariciant-lo o banyant-lo amb sabons i perfums, però El peletero no pot pas ser tocat com no
ho pot ser tampoc un obelisc trencat i abatut o un arc de triomf.
Farà cosa d’un mes em vaig comprar La nuit sexuelle de Pascal Quignard, el
llegeixo a trossos com tot el que darrerament llegeixo menys les declaracions
polítiques. En un dels seus capítols, el
titulat, precisament, Noli me tangere
(No em toquis), diu:
Qui
em llegeixi que comprengui bé el meu punt de vista: Tot el que dic és mentida.
Tot mite és només un engany. Qualsevol imatge és un esquer cap al desconegut
que està en el cor d'allò que és originari. No per altra raó enregistro, amb
tanta cura i dedicació, tot l'espai que m'envolta perquè busco amb febre
incansable qualsevol cosa que falta.
Qualsevol cosa que falta!, diu que busca amb
febre incansable el senyor Quignard, i què falta?
En la fotografia de la Sagrada Família hi
falta gairebé tot, està a mig construir i ningú sap encara quan s’acabarà,
aquesta és, sens dubte, una de les seves gràcies. En canvi, en la fotografia de
l’aparador de Loewe que apareix al
final del post veiem una cosa acabada, hi és quasi bé tot, però només quasi,
què falta? El cap del maniquí?, no crec, no és pas això el que no hi és però hi
hauria de ser. El sol, la lluna? Tampoc.
Alguna cosa, però, hi falta, està
claríssim, alguna cosa que ignoro però que es comporta com un pressentiment i
alhora una necessitat urgent, ho sé, i ho sé perquè el que falta és quelcom que
em falta a mi també.
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Diario de otoño (2)
El penúltimo post.
El lunes pasado fui a recoger
los resultados de la ecografía de próstata que me hizo Violeta, aquella doctora
argentina tan simpática que aceptó el juego de ironías que yo le proponía; no
es fácil encontrar personas, hombres o mujeres, que tengan el buen sentido del
humor que significa, en primer lugar, hacer broma de uno mismo.
También me dieron los
resultados de los análisis de sangre y de orina. La hora de la visita con el
médico, era a las once y cuarto y a pesar de la cola que había me recibió
enseguida.
Al salir, como era aún temprano
pero casi mediodía, decidí tomarme el resto de la mañana libre y regresar a
casa paseando mientras disfrutaba del sol, del brillo y de la fotogenia de mi
Barcelona. Un trayecto de dos horas caminando.
El antiguo Hospital de Sant
Pau, recientemente restaurado, estaba espléndido y lleno de turistas, aunque no
tantos como los que había en la Sagrada Familia. Hice unas cuantas fotografías,
incluso del escaparate de Loewe en el Paseo de Gracia, siempre me paro y me
quedo mirando embobado las piezas tan preciosas de cuero que tienen expuestas.
Los turistas se pasean y llenan
las calles, pero no tocan nada, no como la doctora que me hizo la ecografía y
que no paraba de estrujarme el bajo vientre con su aparato de ultrasonidos como
lo haría el sonarista de un submarino auscultando la oscuridad. Cualquiera
puede enfermar, a su cuerpo lo pueden maltratar, ultrajar o dignificar
acariciándolo o bañándolo con jabones y perfumes, pero El peletero no puede ser tocado como no lo puede ser tampoco un
obelisco roto y abatido o un arco de triunfo.
Hará cosa de un mes me compré La nuit sexuelle de Pascal Quignard, lo
leo a trozos como todo lo que últimamente leo menos las declaraciones
políticas. En uno de sus capítulos, el titulado, precisamente, Noli me tangere (No me toques), dice:
Quien me lea que comprenda bien mi punto de
vista: Todo lo que digo es mentira. Todo mito es sólo un engaño. Cualquier
imagen es un señuelo hacia lo desconocido que está en el corazón de aquello que
es originario. No por otra razón registro, con tanto esmero y dedicación, todo
el espacio que me rodea porque busco con fiebre incansable cualquier cosa que
falta.
¡Cualquier cosa que falta!,
dice que busca con fiebre incansable el señor Quignard, ¿y qué falta?
En la fotografía de la Sagrada
Familia falta casi todo, está a medio construir y nadie sabe aún cuando se
acabará, esta es, sin duda, una de sus gracias. En cambio, en la fotografía del
escaparate de Loewe que aparece al
final del post vemos algo acabado, y está casi todo, pero sólo casi, ¿qué
falta? ¿La cabeza del maniquí?, no creo, no es eso lo que no está pero debería estar.
¿El sol, la luna? Tampoco.
Algo, sin embargo, falta, está
clarísimo, algo que ignoro pero que se comporta como un presentimiento y al
mismo tiempo una necesidad urgente, lo sé, y lo sé porque lo que falta es algo
que me falta a mí también.
2 comentarios:
Penúltimo post? no será capaz...
Sus pruebas bien, señor Peletero? no deja claro ese extremo.
Y lamento no poder ayudarle con la falta del escaparate, ni idea, la verdad. En estos momentos son tantas las cosas que no encuentro en mi propia casa que me resultaría imposible echarle una mano. Aunque tratándose de un presentimiento y una necesidad urgente sé que no podría en cualquier caso.
Un beso despistado
Yo tampoco tengo ni idea sobre qué puede faltar en el escaparate de Loewe, pero sé que algo falta, no por impericia del escaparatista, ni del diseñador de la prenda ni tampoco porque yo haya fotografiado solamente una parte, el escaparate era más grande y habían más cosas.
Nadie ha olvidado los donuts ni nada parecido.
Podríamos investigar como hace el fotógrafo de la famosa película “Blow-up” y descubrir, a base de ampliaciones del original, una mano con una pistola escondida entre la hojarasca. Nada de eso, además, la copia que sale publicada es de baja resolución, pero si busca encontrará algo y ese algo, aunque importante, no es lo que falta porque lo que falta nunca está aunque lo que sí está nos dé pistas.
Besos de estar y no estar.
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