Diari de
primavera (5)
Ballar sense
música.
La obra de teatre
de moda aquests dies a Barcelona és
Llibert on la trama vol expressar la contradicció que per l’autor és clara
i notòria: que la llei permeti aplicar l’eutanàsia a un gat però no pas a un
nadó que ha nascut amb paràlisi cerebral. En un moment de l’obra la mare li diu
plorant al seu fill que ha tingut mala sort al no néixer gat.
Ha passat Sant
Jordi, ja queda lluny el Diumenge de
Rams i el Dilluns de Pasqua, som en plena primavera i d’aquí quatre dies
arribarà l’estiu. La Setmana Santa i el seu imaginari, el sistema de creences i
narracions del que forma part, es va esmicolant, s’està convertint mica en mica
en una cosa tant llunyana, aliena i desconeguda com ho és la iconografia i la
mitologia del Paleolític. Les converses i
xerrades que d’ella es derivaven, igual que els grans de raïm ho fan del cep,
s’han acabat, aquesta mena de verema ha conclòs gairebé definitivament com si
ja fóssim a finals de setembre, a començament de la tardor .
Ja he dit més
d’una vegada que el pare ens duia a mi i al meu germà a veure espectacles de
streaptease, potser per això sempre he tingut clar que contemplar a una noia
guapa despullar-se sense esma a dalt d’una petita tarima mentre una filera
d’homes sols la contemplen asseguts i en silenci, en unes incòmodes cadires de
fusta mentre la música sona és, veritablement, una epifania fúnebre. Ara, en
canvi, en aquesta mena d’espectacles eròtics es crida i es xiscla i molts i
moltes es comporten de manera notòriament xarona.
Ahir, una amiga,
mentre comentàvem les trifulgues amb l’herència d’en Toni Catany, un excel·lent
fotògraf mallorquí mort recentment, em parlava també de la cèlebre i memorable versió
del Dom
Joan de Molière que es va representar el 23 d’abril del 1982 al Liceu
de Barcelona per la Comédie Française, on el paper protagonista l’interpretava el
famós Josep Maria Flotats. Al final de l’obra, Dom Joan, sol, gran i decrèpit,
es va desvestint mica en mica, es treu l’enorme barret de plomes que du, la perruca,
les pigues falses, les sabates, les mitges, els rics i ampul·losos vestits del segle XVII i es queda només
cobert amb una camisola blanca de fil davant del públic, convertit ja en una despulla.
Cada època té uns
costums socials diferents i el seu valor depèn de la relació que ens permeten
establir o no amb la realitat, de la
manera en com ens l’amaguen o ens la mostren. Hom pot afirmar que la realitat
és una qüestió relativa i tindrà raó, però caldrà que digui, també i a
continuació, en relació a què és relativa.
La cultura post
mortem, que procurava conservar testimonis gràfics o genuïns del difunt és ja
també una deixalla definitiva del passat, una runa antropològica d’un món desaparegut
que no tornarà, un us i un costum que el
nostre present rebutja amb èmfasi i menyspreu i que ha acabat essent
completament estrany i aliè a la sensibilitat contemporània.
La nostra és una
civilització utilitarista i eugenèsica que permet dir seriosament i sense
embuts a una coneguda meva, una bona noia, que l’Estat, mitjançant la llei i el
cos de funcionaris corresponent, hauria d’eliminar els vells de 90 anys perquè
ja no fan ni pinten res en aquest món. Jo li pregunto en què es fonamenta per
atorgar-se el dret a decidir sobre la vida dels altres. Em mira sorpresa per la
pregunta que li acabo de fer com si fos la cosa més absurda que li han
preguntat mai. No em respon, però em fa un gest estrany amb el cos que no sé
traduir ni tampoc interpretar.
L’escriptura
asèmica és una seudo escriptura que sense fer servir caràcters coneguts simula
ser-ho, però que, com a mer fingiment, no comunica res. Els seus morfemes són
únicament traços i gargots que formalment recorden els símbols d’una escriptura
convencional i reglada i, en conseqüència, un significat objectivable que, en
realitat, i com és evident en aquesta mena d’escriptura, no existeix .
És un recurs gràfic
i artístic també que remet a una lògica prèvia al llenguatge, a un ordre i a
una disposició del pensament no sistèmica ni racional encara que sí, per
descomptat, física, mental, cerebral i emocional. És una mena de gest en blanc i negre, un pas
de ball sense música. És també una epifania, però, com la Setmana Santa i la
vida, és una epifania asèmica, un cocodril al sostre de casa.
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Diario de primavera (5)
Bailar sin música.
La obra de teatro de moda estos días en Barcelona es Llibert donde la trama quiere expresar
la contradicción que para el autor es clara y notoria: que la ley permita
aplicar la eutanasia a un gato pero no a un bebé que ha nacido con parálisis
cerebral. En un momento de la obra la madre le dice llorando a su hijo que ha
tenido mala suerte al no nacer gato.
Ha pasado Sant Jordi, queda ya lejos el Domingo de Ramos y
el Lunes de Pascua, ahora estamos en plena primavera y dentro de cuatro días
llegará el verano. La Semana Santa y su imaginario, el sistema de creencias y
narraciones del que forma parte, se va desmenuzando, se está convirtiendo poco
a poco en algo tan lejano, ajeno y desconocido como lo es la iconografía y la mitología
del Paleolítico. Las conversaciones y charlas que de ella se derivaban, al
igual que los granos de uva lo hacen de la cepa, se han acabado, este tipo de
vendimia ha concluido casi definitivamente como si ya estuviéramos a finales de
septiembre, a principios de otoño.
Ya he dicho más de una vez que nuestro padre nos llevaba a
mí y a mi hermano a ver espectáculos de streaptease, quizás por eso siempre he
tenido claro que contemplar a una chica guapa desnudarse sin ganas encima de
una pequeña tarima mientras una hilera de hombres solos la contemplan sentados
y en silencio, en unas incómodas sillas de madera mientras la música suena es,
verdaderamente, una epifanía fúnebre. Ahora, en cambio, en este tipo de
espectáculos eróticos se grita y se chilla y muchos y muchas se comportan de
manera notoriamente chabacana.
Ayer, una amiga, mientras comentábamos las trifulcas de la
herencia de Toni Catany, un excelente fotógrafo mallorquín fallecido
recientemente, me hablaba también de la célebre y memorable versión del Don Juan de Molière que se representó el
23 de abril de 1982 en el Liceo de Barcelona por la Comédie Française, donde el
papel protagonista lo interpretaba el famoso Josep Maria Flotats. Al final de
la obra, Don Juan, solo, mayor y decrépito, se va desnudando poco a poco, se
quita el enorme sombrero de plumas que lleva, la peluca, las pecas falsas, los
zapatos, las medias, los ricos y ampulosos vestidos del siglo XVII y se queda
cubierto únicamente con una camisola blanca de hilo delante del público,
convertido ya en un despojo.
Cada época tiene unas costumbres sociales diferentes y su
valor depende de la relación que nos permiten establecer o no con la realidad,
de la manera en cómo nos la ocultan o nos la muestran. Se puede afirmar que la
realidad es una cuestión relativa y es cierto, pero habrá que decir, también y a
continuación, en relación a qué es relativa.
La cultura post mortem,
que procuraba conservar testimonios gráficos o genuinos del difunto es ya
también un desecho definitivo del pasado, una ruina antropológica de un mundo
desaparecido que no volverá, un uso y una costumbre que nuestro presente
rechaza con énfasis y menosprecio y que ha acabado siendo completamente extraño
y ajeno a la sensibilidad contemporánea.
La nuestra es una civilización utilitarista y eugenésica que
permite decir seriamente y sin rodeos a una conocida mía, una buena chica, que
el Estado, mediante la ley y el cuerpo de funcionarios correspondiente, debería
eliminar a los viejos de 90 años porque ya no hacen ni pintan nada en este
mundo. Yo le pregunto en qué se fundamenta para otorgarse el derecho a decidir
sobre la vida de los demás. Me mira sorprendida por la pregunta que le acabo de
hacer como si fuera la cosa más absurda que le han preguntado nunca. No me
responde, pero me hace un gesto extraño con el cuerpo que no sé traducir ni
interpretar.
La escritura asèmica es una seudo escritura que sin usar
caracteres conocidos simula serlo, pero que, como mero fingimiento, no comunica
nada. Sus morfemas son únicamente trazos y garabatos que formalmente recuerdan
los símbolos de una escritura convencional y reglada y, en consecuencia, un
significado objetivable que, en realidad, y como es evidente en este tipo de
escritura, no existe.
Es un recurso gráfico y artístico también que remite a una
lógica previa al lenguaje, a un orden y a una disposición del pensamiento no
sistémica ni racional aunque sí, por supuesto, física, mental, cerebral y
emocional. Es una especie de gesto en blanco y negro, un paso de baile sin
música. Es también una epifanía, pero, como la Semana Santa y la vida, es una
epifanía asèmica, un cocodrilo en el techo de casa.
3 comentarios:
También yo pensé, como el autor de Llibert, que era extravagante e irreal que la eutanasia de mis perros fuera tan sencilla y a la hora de ahorrar sufrimientos a mi seres queridos las trabas fueran todas y más (en la realidad nunca lo fueron, los médicos también deben contemplar cierta coherencia y amor en la familia para saber a qué atenerse y una vez comprendido por ambas partes el problema deja de serlo. O habremos tenido suerte con los galenos, hecho que agradezco lo indecible). Pero claro, luego llegan pensamientos como los de su amiga y uno empieza a entender de dónde los límites y la imposibilidad.
Aunque yo siga confiando en que algún día sea posible una ley humanista y liberadora desde el dolor y no desde el egoísmo o la simple idiotez. También existen personas que actualmente no vacunan a sus hijos pero afortunadamente no son mayoría. O como hace apenas dos siglos se consiguió prohibir los ajusticiamientos en los rollos o picotas, una costumbre tan salvaje y ajena desde nuestro presente y sensibilidad. Pues así, confio en la capacidad de compasión de nuestra especie aunque no siempre sea sencillo. Pero me temo que para llegar a ello no sea necesaria sólo la compasión y sí el obtener de una vez por todas una sociedad laica y libre de consideraciones religiosas, políticamente hablando. No sé si más complicado, parece que de momento sí y mucho.
La misma diferencia de sensibilidad que me lleva a no poder entender al hecho de contemplar mujeres desnudas desde una silla o desde donde sea. Será por eso, por ser mujer y por ver la realidad, esta en concreto, desde otro ángulo. Pero como no tengo ganas de trifulcas (ando zen yo y primaveral osea, lila y florecilla campestre) sólo le diré eso y pasaré de puntillas por el hecho. No se me ocurre qué idea debe tener alguien sobre el otro género al manejarlo desde esa perspectiva, lo siento, no se me ocurre. O prefiero que no se me ocurran. En cualquier caso me alegro de vivir en un presente distinto a ese que usted menciona, el mío al menos lo es.
Lo de la escritura asémica, disculpe mi ignorancia, lo desconocía por completo, me suena a cáscara sin jugo. De ahí a lo mejor mis problemas con las epifanías, tan complejas para mí.
Besos con sombrero!
Este tipo de cuestiones, querida Marga, me parece a mí que no tienen nada que ver con la religión aunque lo pueda parecer y ella les dé, por decirlo así, el ropaje en el que se presentan a nosotros. Cuando las desnudas (desnudas las cuestiones esas), igual que Don Juan se desnudó delante del público, son idénticas a las que se visten o disfrazan con ropajes laicos, un manojo de huesos. Al final, todos afirman que quieren evitar el sufrimiento de los demás cuando en realidad lo que verdaderamente quieren es evitar el propio sufrimiento.
Un conocido mío también le quería negar a su padre de 88 años la diálisis argumentando que era un palo y un sufrimiento y que, además, él, su padre, ya había tenido, según el hijo, una vida plena y que si se moría no pasaba nada, era ley de vida y ya estaba viviendo de propina. Lo que yo creo que quería decir en realidad es que él, el hijo, no estaba dispuesto a sacrificar parte de su tiempo en llevarlo y traerlo del centro de diálisis. Eso, naturalmente, es una suposición mía fundamentada en el conocimiento de esa persona en concreto, es, lo reconozco, un juicio de valor, pero, modestia aparte y desgraciadamente, no creo equivocarme.
¿Teme usted que si profundiza en su supuesta incomprensión, como mujer, del hecho de contemplar mujeres desnudas desde una silla o desde donde sea va a provocar alguna trifulca?, ¿con quién?, ¿por qué?
Para mí, como persona, es obvio lo que sustenta ese hecho, al igual que parejas y matrimonios asistan juntos y en directo a espectáculos eróticos, o sean consumidores de productos pornográficos, o mujeres también, solas o en grupo, hagan lo mismo. Y que, como usted ya sabe, desde hace ya muchos años haya proliferado eso que llaman “despedidas de soltero/soltera”. Yo no voy a ninguna, y no voy a ninguna, por decirlo así y perdone la ironía, porque mi religión me lo prohíbe, pero no precisamente me prohíbe ver señoras desnudas encima de una tarima y yo sentado en una silla contemplándolas, eso no, lo que me prohíbe es otra cosa.
En realidad, ya se habrá dado cuenta, yo hablaba, y todo el post era eso, de la muerte, pero de la muerte en un sentido: de las cosas que hacen los vivos en relación a ella cuando los que se mueren son los otros, y me duele, no me sorprende, pero me duele mucho contemplar a un niño de 13 años, en el funeral de su madre, reír, saltar y jugar como si estuviera en eso que los que no saben latín llaman “ludoteca”, ya se puede imaginar que al resto de la familia le parecía estupendo o simplemente no le parecía nada, ni bueno ni malo ni todo lo contrario, les daba igual que les daba lo mismo, el chaval es, naturalmente, un perfecto candidato a ser un asiduo de las despedidas de soltero.
Besos desnudos.
Me había olvidado de las ejecuciones en público, querida Marga. Tiene usted razón, al menos por lo que se refiere al papel de las instituciones públicas occidentales. No así en relación a la gente. Fue muy comentado en su día, y usted lo debe saber, que el vídeo más visto en youtube fue el de la ejecución de Sadam Hussein.
También que usted, como mujer, debe saber igualmente, que el cuerpo masculino y su falo se ha convertido ya en un objeto de consumo de pleno derecho y no solamente para el público gay. Cerca de mi tienda hay un sexshop fino y elegante que regenta un matrimonio joven italiano muy simpático que ya me dice que el 60 % de su clientela es femenina. Igual que una tienda cercana de corsetería erótica que venden verdaderas obras de arte de lencería sexi, una maravilla, se lo prometo, yo fui cliente suyo. Y en la esquina una de prendas de cuero para gays duros o que lo quieren parecer. Ya le he comentado en más de una ocasión que yo confeccionaba cosas de esas y que incluso tomaba medidas a hombres, algunos con defectos físicos importantes o con colostomías que había que disimular subiendo el calzoncillo de cuero. Ninguno era duro, todo lo contrario.
De la misma manera que no es necesario tampoco ir a ningún tugurio para contemplar cuerpos desnudos, sólo hay que esperar el verano para ir a la playa. En mi familia siempre fuimos muy playeros y cuando regresábamos por la noche a casa después de un largo día de playa y sol, no sé por qué, mis padres estaban más contentos. Todos lo estábamos.
Besos en la playa.
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