Hemeroteca peletera
Argentina
Ignoro si es, o fue, una
casualidad poética, pero el primer conocimiento verdadero que tuve de Argentina
ocurrió en Grecia, una especie de revelación celestial que solamente los muy
entendidos, y peleteros, sabrán reconocer.
Hoy he acompañado, nuevamente,
a mi madre en su silla de ruedas calle arriba. Hemos ido a entregarla, a la
silla, a una fundación benéfica porque ya no la necesitamos y puede ser mucho más
útil a otra persona que a nosotros.
Veni, mi madre, consiguió recuperar
la habilidad para caminar justo un instante después de fallecer sola en el
hospital hace de ello ya cuatro largos años.
Hace cuatro largos años.
Yo me había ido a casa a
descansar y a las tres me llamaron las enfermeras.
Atenas, siempre lo he dicho,
es una ciudad fea, esa fealdad continúa siendo un dato relevante que explica
buena parte de su historia reciente y la característica psicología social
griega y su estética comunitaria también, en la que se reconocen, o deberían
hacerlo, los ciudadanos de la
República helena.
Antes de ayer tiré dos
maniquíes de sastre. Era martes, el día en que el Ayuntamiento de Barcelona
pasa a recoger trastos viejos por mi barrio. Me guardé uno, talla 48, con el
que pienso hacer algo escultórico, no sé todavía qué, quizás nada.
Al cabo de cinco minutos, después
de abandonarlos junto al resto de muebles que había amontonados, cuando volví a
salir a la calle, me encontré con una muchacha latinoamericana que trataba, sin
logarlo, de llevarse, ella sola, las dos efigies de madera y trapo; por el
móvil pedía ayuda urgente a alguien.
Estuve a punto de dársela yo
mismo, pero me abstuve. Me quedé observándola sin que ella se diera cuenta; la
miré bien y sentí que perdía una oportunidad, que aquella muchacha encantadora,
entusiasta y atractiva, que trataba de cargar con dos maniquís de sastre que
alguien, yo, había tirado a la basura por inservibles y molestos, era la mujer
de mi vida. Pero pensé en mi novia, en la mujer de la que estoy enamorado, que
aguanta mis rarezas, que soporta mis penurias y malhumores y que, de vez en cuando,
me concede su gracia y me visita en mi castillo para posar desnuda mientras la
fotografío. No es un desnudo cualquiera, no lo es.
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“En este punto, pues, las
ideas del señor Alsogaray son persistentes, machaconas hasta la saciedad.
“Debemos reducir el déficit del Presupuesto”. Los esfuerzos que se han hecho en
este sentido, los que habrán de realizarse, representaría grandes tensiones con
distintos sectores de la burocracia. La nivelación del presupuesto –o
presupuestos- está envuelta en un morboso clima político, que el ministro de
Economía ha caracterizado con su habitual claridad: “Al intentar equilibrar el
presupuesto chocamos siempre con aquellos críticos (que el ministro ha
calificado copiosamente de deshonestos) que por un lado se lamentan de las
cifras del presupuesto y de otro adoptan posturas demagógicas que, si se
aceptaran, provocarían un aumento del déficit.” Esto es cierto. En la Argentina muchas
posiciones políticas están basadas en contradicciones y por eso es tan difícil comprender la política del país como
agradable encontrarse con mentalidades claras como las del grupo Alsogaray.
Este grupo no tiene ya nada que ver con el tradicionalismo arbitrista
carpetovetónico y es, en su acentuado matiz Pinay-Erhard, de un europeismo
total.
El mayor déficit del
presupuesto argentino proviene de los transportes estatizados –tierra, mar,
aire-, y la sangría mayor la producen los ferrocarriles. El señor Alsogaray
habló siempre de este asunto con la mayor gravedad: “Si el país no resuelve el
problema del déficit de los transportes y, en especial, el de los ferrocarriles,
y si no reorganiza todo el sistema, no podrá cumplir ninguno de los objetivos
fundamentales que se ha trazado. Esta es una tarea apremiante que debe
encararse cuanto antes.”
“Otro problema francamente
negativo: lo que en Argentina se llaman jubilaciones. Ha sido exactamente al
revés: en los últimos meses los seguros sociales han sido una fuente constante
de inseguridad social. (…) “Tenemos que resolver el problema del régimen
jubilatorio. El país dedica al pago de jubilaciones un porcentaje excesivamente
Elevado de los ingresos. A un mismo tiempo, los jubilados están mal atendidos,
existen considerables demoras y tremendas injusticias. Hay sectores
privilegiados que cobran puntualmente mucho más de lo que debieran. Hay otros,
en cambio, incluyendo personas ancianas e inválidas, que hace meses y aún años
que están esperando. Cuando el gobierno intento, hace meses, resolver este
problema, se desataron en su contra todos los intereses políticos y demagógicos
que se juegan alrededor del mismo. Transitoriamente hubo que postergar las
soluciones, pero ahora ya no pueden demorarse y estamos dispuestos a
encararlas, cualesquiera que sean las resistencias que encontremos.
(...)
La administración Frondizi
se encontró con déficits en la balanza comercial y en la de pagos, de volúmenes
abrumadores. Fue preciso encararse con estas realidades al objeto de importar
menos y de exportar más. En el primer aspecto se ha hecho mucho camino, a pesar
de los grandes retrasos, de los graves acontecimientos de violencia que el paso de la economía de
ficción a la economía de realidades acarreó y puede todavía acarrear.
Están en marcha y
funcionando a un ritmo creciente los planes sobre petróleo y gas, sobre el
acero, sobre la electricidad, sobre tecnificación (sobre todo utilización de
maquinaria) y sobre muchas otras necesidades vitales (carreteras, caminos, etc.)
Es verdaderamente
interesante el sesgo que ha tomado la extracción de petróleo crudo en la Argentina, de aspecto
absolutamente favorable y que, dentro de poco tiempo, liberará al país de un de
sus mayores cargas.”
(Argentina, lo que se ha
hecho y lo que falta para completar, Cartas de América, Josep Pla. Destino,
Barcelona, 28 de enero de 1961)
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Aquel
28 de enero de 1961 en el que Josep Pla escribía sus crónicas argentinas, el
Sol era más grande y la tierra giraba más rápido.
Cuarenta
años después, Mary me hablaba de Argentina, estaba apesadumbrada, acababan de
encarcelar a su hermano, un agente de policía de Buenos Aires, por matar a un
preso.
Siempre
nos peleábamos y discutíamos por todo mientras, ella y yo, limpiábamos lo que
no se puede limpiar. Había trabajado en aerolíneas, hospitales, en mil lugares,
estaba enamorada de Serrat y tenía una novia en Tarragona que le enseñaba el
catalán.
Mary
fue la primera que me contó que un mes en Internet es un año en la vida real. Es
cierto.
Los
mirlos se posaban en mis pies en las nevadas cumbres de la Acrópolis y en el Tsamis
nos encontrábamos todos alrededor del fuego. Allí gané una apuesta futbolera y
daba consejos a las chicas que se alojaban en él. Me la hizo ganar Butragueño
en el último Mundial de Méjico de 1986, en el partido que enfrentó a España con
Dinamarca. El campeonato lo terminó ganando Argentina con un gol también
celestial de Maradona. Un día de verano, de aquel año o de otro, en las escaleras del Tsamis, una perra solitaria se me
acercó buscando a Sirio, ¿o fue al revés?, da igual, era una perra esbelta,
rubia y fina que caminaba de manera parsimoniosa y que olfateaba las palmas de
las manos.
Dicen
que el mar es azul y no es cierto, es argentino, gris plateado, lo pintan los
peces con sus ojos que miran lo que no se puede mirar.
Veni
también viajó, junto a Pere, mi padre, a Grecia. Allí se hacía comprender por
todos sin necesidad de hablar el griego, su simpatía y alegría abrían todas las
puertas, no era necesario saber idiomas, siempre fue la mejor intérprete que
Pere podía desear.
Hoy
he regalado la alfombra que usaba mi madre para volar y ayer tiré a la basura un
par de Venus de Milo de madera y trapo.
Ambos son unos hechos poco
corrientes, soy un hombre muy afortunado.
4 comentarios:
Estimado Peletero, siempre he tenido la ilusión de viajar a Grecia. Pero ahora, y dejando de lado la falta de tiempo y los quebraderos de cabeza que me supondría el correspondiente gasto, no me apetece nada. Me pone triste la idea. No es algo que haya analizado demasiado ni que sepa explicar bien. Pero supongo que me entristece la idea de visitar la plaza Sintagma y no poder dejar de tener presente el reciente suicidio de Dimitris Christoulas, esa primera víctima pública del terrorismo financiero. O la convicción de que antes que en Homero, en Píndaro o en Platón, estaría pensando en Goldman Sachs, en los millones de euros que se llevaron por falsear las cuentas griegas y en la impunidad con la que siguen mangoneando a los gobiernos europeos, con el sorprendente beneplácito de sus dirigentes. No, algo me dice que no es un buen momento para visitar Grecia. O que, desde luego, no lo sería para mí. No estaría en el estado de ánimo adecuado.
Me pregunto para qué querría esa chica las Venus de Milo de madera y trapo ya desechadas por usted. Para qué podrían servirle. ¿Alguna artista anónima pergeñando su próxima instalación? Porque soy tímida, pero de ser usted, me habría visto tentada de preguntarle.
Una alfombra voladora nunca viene mal, pero en estos tiempos que corren me estimaría más una varita mágica. Y no dude de que no haría sólo un uso pacífico de la misma. Puestos a imaginar, dejemos que la imaginación se libere sin cortapisas morales o políticamente correctas.
Cuide usted de su novia. Saber soportar las penurias y malhumores ajenos tiene más mérito que cualquier desnudo, por gracioso que sea.
Un beso desde las mazmorras
Anoche me acosté a las mil, la culpa la tuvo un argentino, otro, un tal Cortazar. Y sin ánimo de ofender al señor Pla, las crónicas de Cortazar siempre me sacudieron más. Las de Nicaragua levantaban la piel. También eran otros tiempos, la gente tenía piel y solía estremecerse.
Hablaba él en el documental del suicidio de unas gotas de lluvia resbalando por el cristal. Y palabrita, las sentí moribundas y esta mañana me provocaba poco utilizar el parabrisas.
Yo también debería haber visitado Grecia antes, mucho antes. Más o menos hace siglos. Me gustan las piedras pero el expolio francés se me adelantó en el tiempo. En realidad la historia siempre es la historia de un expolio. El de la Comunidad Europea se estudiará en un futuro. Eso, si nos dan la oportunidad.
A mí las alfombras voladoras se me despeluchan todas. Y tengo yo algunos amigos “basurillas”- los llamo así cariñosamente, no crea usted- recogen todo lo estrambótico que se encuentran. Y si se piensa detenidamente, un par de maniquíes pueden dar mucho juego en más de una disciplina que requiera imaginación.
Y estoy de acuerdo, es usted un señor afortunado. Me da que no sólo ahora, se crece mejor con la alegría de la mano. O tal vez por eso ahora.
Un beso despeluchado.
Respeto su punto de vista, querida Antígona, pero creo que cualquier momento es bueno para viajar.
No quiero dar tampoco lecciones a nadie, pero durante años viajé repetidamente a Grecia por razones de trabajo, y puedo decir que allí me acogieron como si fuera uno más de la familia, mi vinculación con el país ha configurado mi vida, y con mis amigos helenos siempre estaré en deuda, ellos me lo dieron todo y yo, en cambio, nunca les podré pagar. Mi blog está lleno de referencias y relatos griegos, incluso una vez escribí una obra de teatro que colgada está para quien la encuentre y que habla del café espeso.
Mis textos no quieren hablar de economía ni de política, al menos no de una manera directa, solo pretenden poetizar mi realidad para comprenderla mejor. Por eso me gusta enlazar hechos dispares que acontecen juntos, un día cualquiera no es más que eso: una noche griega, una silla de ruedas que empujé durante años y que era como una alfombra voladora. Mi madre ya fallecida, su simpatía y su alegría, unos maniquís tirados, una muchacha hermosa que les encuentra alguna utilidad. Un texto del año 1961 de Joseph Pla sobre Argentina, una conocida de la Córdoba argentina que me ayudó durante un tiempo a cuidar de mis padres, la fealdad ateniense definitoria de la Grecia contemporánea. Un hotel, unas chicas que se ganaban la vida prostituyéndose, una apuesta ganada y una perra solitaria que un día buscó mi calor.
Todo eso, y muchísimo más, ocurre en un instante, en un sólo pensamiento, en un día cualquiera mientras paseamos por la calle empujando una silla de ruedas vacía para ir a regalarla a una institución benéfica.
La Grecia de Homero ya no existe, querida Antígona, ni la de Platón ni la de Alejandro. Los griegos actuales son bizantinos, cristiano-ortodoxos, y vecinos de los eslavos y de los turcos. El griego no es la única lengua que allí se habla y sus mitos, sus anhelos y sus miedos, difíciles de comprender para alguien que no es griego.
Cuido de mi novia, no le quepa duda, ella es también la alegría de mi vida, una mujer llena de virtudes y encantos, y su cuerpo desnudo no es, precisamente, gracioso, yo no lo definiría así, es algo mucho mejor, muchísimo mejor.
Besos libres.
Sin querer ofender tampoco al señor Cortazar, es una evidencia literaria, y humana, lo poco que se parecía al señor Pla, un payés del Ampurdà que viajó por todo el mundo haciendo solamente de periodista con una mirada campesina y no de escritor.
La historia es también, querida Marga, la del expolio y la del saqueo desalmado y sin medida, desgraciadamente así es. Pero los griegos no han sido ni las primeras víctimas ni serán los únicos culpables.
Los mismos turcos, sus vecinos, no saquearon exactamente, ni expoliaron, solamente robaron y desvalijaron a manos llenas y exterminaron a buena parte de la población armenia y kurda. ¿Por qué no se llevaron ninguna columna jónica?, porque no le daban la más mínima importancia, para ellos únicamente era un pedrusco sin ningún valor, igual que muchos otros que usaron esas mismas piedras, que tanto nos gustan, como canteras y construir con ellas sus propias casas. Napoleón, y perdone mi cinismo, sí que le dio importancia a lo que veía, como Lord Byron y muchos otros aristócratas y diletantes que ayudaron a su guerra por la independencia.
Como le decía a Antígona, la Grecia de Sócrates no existe y cualquier momento es bueno para viajar.
Y sí, soy un hombre muy afortunado gracias a la alegría de mis padres y de mi hermano, ella me ayudó a crecer. Y de mi novia.
Besos griegos (son muy besucones, los del norte besan a la eslava)
Yo creo, con perdón, que el expolio de la “Comunidad” europea es, precisamente, el más estudiado del mundo, no hay ningún otro tan analizado, debatido, contado, criticado, historizado, anatemizado, censurado... como ése.
Yo pensé que la chica que se llevaba los maniquís los debería querer para lo mismo que los usaba yo, para probar vestidos y abrigos, una actividad y disciplina que también requiere mucha imaginación.
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