lunes, 2 de enero de 2012

El peletero/La vanidad


Lecciones desordenadas y fugaces de anatomía barroca.

20. La vanidad.

El mundo clásico fue toda una era y un vasto continente que cambió dentro de sí mismo. La Atenas de Pericles (495 a.C.-429 a.C.) no tuvo nada que ver con el Bajo Imperio Romano, pero a ambos los unieron los mismos caminos y uno llevaba al otro. Según parece Hades todavía sigue vivo, pero Apolo ya castró y mató a Zeus y Plutón lo hizo también con Poseidón, la nueva tríada que ha ocupado su lugar continúa luchando con Venus y Dioniso que no quieren seguir siendo unos segundones, algún día lo conseguirán si es que no lo han logrado ya. Marte va a su aire y nosotros todavía somos barrocos en espera de lo que diga el Imperio del Centro.

“Hace muchos años vivía un rey que era comedido en todo excepto en una cosa: se preocupaba mucho por su vestuario. Un día escuchó a dos charlatanes llamados Guido y Luigi Farabutto decir que podían fabricar la tela más suave y delicada que pudiera imaginar. Esta prenda, añadieron, tenía la especial capacidad de ser invisible para cualquier estúpido o incapaz para su cargo. Por supuesto, no había prenda alguna sino que los pícaros hacían lucir que trabajaban en la ropa, pero estos se quedaban con los ricos materiales que solicitaban para tal fin.

Sintiéndose algo nervioso acerca de si él mismo sería capaz de ver la prenda o no, el emperador envió primero a dos de sus hombres de confianza a verlo. Evidentemente, ninguno de los dos admitieron que eran incapaces de ver la prenda y comenzaron a alabar a la misma. Toda la ciudad había oído hablar del fabuloso traje y estaba deseando comprobar cuán estúpido era su vecino.

Los estafadores hicieron como que le ayudaban a ponerse la inexistente prenda y el emperador salió con ella en un desfile sin admitir que era demasiado inepto o estúpido como para poder verla.

Toda la gente del pueblo alabó enfáticamente el traje temerosos de que sus vecinos se dieran cuenta de que no podían verlo, hasta que un niño dijo:

«¡Pero si va desnudo!»

La gente empezó a cuchichear la frase hasta que toda la multitud gritó que el emperador iba desnudo. El emperador lo escuchó y supo que tenían razón, pero levantó la cabeza y terminó el desfile”. (“El traje nuevo del emperador”, Hans Christian Andersen, 1837. Argumento extraído de Wikipedia)

No llegó nunca a romperse con el mundo antiguo, el cristianismo siempre supo que en las viejas orillas del Mediterráneo se hallaba su origen. La Edad Media no fue exactamente una tierra de bárbaros ni una etapa entre otras; godos, francos y lombardos buscaron lo mismo que persiguen ahora nuestros modernos vándalos, ser romanos y ciudadanos del Imperio.

En la mirada lejana que ve más allá se encuentra una de las quiebras básicas de la civilización occidental barroca y contemporánea: el fracaso, una vez más, de Prometeo al querer ayudarnos y empujarnos, como Sísifo, a una meta que quizás no fue ni será nunca la nuestra, la independencia y la emancipación del ser humano lejos del Paraíso.

El genio es lo que es, sea eso lo que sea que deba ser, y la vanidad el peor pecado porque da lugar a todos los que vienen después, uno detrás de otro, como si desfilaran en Bendita Procesión un Viernes Santo.

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Las artes y los oficios

Además de la agricultura, que, como acabo de decir, es una actividad común a todos, cada uno es iniciado en un oficio o profesión como algo personal. Los oficios más comunes son el tratamiento de la lana, la manipulación del lino, la albañilería, los trabajos de herrería y carpintería. Aparte estos oficios, no hay otros que merezca la
pena mencionar, ya que los practican pocos. Los vestidos tienen la misma forma para todos los habitantes de la isla. Están cortados sobre un mismo patrón, que no cambia nunca. Las únicas diferencias son las que distinguen al hombre de la mujer, al célibe del casado. El corte no deja de ser elegante y facilita los movimientos del cuerpo, al mismo tiempo que inmuniza contra el frío y contra el calor. Cada familia confecciona sus propios vestidos.

(...)

De este mismo privilegio de exención gozan los destinados al estudio de las ciencias y de las letras. El pueblo, asesorado por la recomendación de los sacerdotes y por los votos secretos de los sifograntes les otorga vacación perpetua.

Si alguno de los elegidos defrauda las esperanzas del pueblo, es devuelto a la clase trabajadora. Pero, sucede con frecuencia, que si un obrero en sus horas libres llega a adquirir por su constancia y diligencia un dominio notable de las letras, se le libera del trabajo mecánico y se le admite en la clase intelectual. (Utopía, Tomás Moro, 1516)

6 comentarios:

E. C. Pedro dijo...

No se qué opinión te merezca Slavoj Žižek, pero el texto y las citaciones me han recordado su presentación de la teoría lacaniana sobre los registros de lo real, lo simbólico y lo imaginario. De hecho, Matrix vendría a ser un traje nuevo del emperador, que vendría a ser 'lo aparente'.

¡Y feliz 2012!

Marga dijo...

Me gusta la figura humanista que fue Tomás Moro, la mesura de su pensamiento y la consecución del bien común que desprende su obra Utopía. Pero siempre tendré la duda, su muerte fue coherencia o vanidad?

Cuándo habla de vanidad, señor Peletero, se refiere a la necesidad que todos sentimos por provocar admiración en el resto? O se refiere a la arrogancia a la que puede conducir esa necesidad? Porque lo primero no termina de parecerme vanidad, la admiración hacia los otros es la base sobre la que se asienta cualquier relación humana, sin admiración no se puede amar y me parece que es más la necesidad de ser amados que de ser admirados la que nos empuja.

Es que entre los peores motores del mundo considero la codicia como el más nefasto y con su empeño en la vanidad me pierdo un poco…

Saludos!

El peletero dijo...

No conozco a Slavoj Žižek, apreciado Pedro, pero creo que “El traje nuevo del Emperador” se refiere más a la capacidad de juicio, al miedo a la discrepancia, a los prejuicios que ciegan y a la sumisión al halago que al mundo de las apariencias.

Feliz 2012 para usted también!!

El peletero dijo...

Tiene usted razón al hablar de codicia, apreciada Marga, y es muy probable que también acierte cuando califica de “empeño” mi obsesión por la vanidad.

En este caso me refería a la segunda acepción que usted menciona, a la arrogancia y a la soberbia y a sus consecuencias políticas que creo hallar en Moro, no en su figura humana, pero sí en su libro “Utopía”, una variante de la República de los sabios de Platón, y de aquello que siempre se ha conocido como Despotismo Ilustrado que intenta emular malamente a Prometeo y que termina por ser más déspota que ilustrada.

También es verdad que sin admiración no podemos amar, pero es mejor que las relaciones humanas se fundamenten también en el respeto, temo al fan deslumbrado y sin criterio que no sabe ver que su Rey, ese Déspota Ilustrado, va desnudo.

Saludos.

Marga dijo...

Ajá, señor Peletero, pero no podemos olvidar que hablamos del SXVI donde ese Despotismo Iustrado que menciona fue una avance en la línea de pensamiento... contemplar la posibilidad de dinamitar los estamentos sociales era un logro en sí mismo y me parece que bastante enorme para una historia donde dios y la cuna era lo único que existía. Otorgar vida a lo invisible...

A la historia y sus protagonistas prefiero mirarlos desde la perspectiva de quien no conoce los desenlaces e intentar mirar con ojos de entonces.

Y de acuerdo con usted en el respeto, claro. La admiración es el impulso, el respeto llega con el tamiz racional posterior y es el que supone ese esfuerzo que confiere solidez a las relaciones. O al menos es lo que me dice mi experiencia y observación...

El peletero dijo...

Yo solamente intentaba destacar, apreciada Marga, que el déspota ilustrado no deja de ser un déspota por más que sea un ilustrado. Los “ilustrados” también pueden ser víctimas de las buenas intenciones que llevan al desastre, igual que los revolucionarios. La tentación despótica, de unos y otros, es permanente a lo largo de la Historia y siempre termina convirtiéndose en un monstruo. Piense que el despotismo y la impunidad van íntimamente unidos.

Tiene usted razón al decir que la Historia debe ser mirada con la perspectiva del momento, pero también es verdad que a lo largo de ella se manifiestan las mismas injusticias y necesidades, y que ellas expresan el anhelo fundamental de emancipación.

La tesis básica de estas “lecciones desordenadas” está expresado en la metáfora pictórica de las lecciones de anatomía, con ellas el mundo mágico empieza a dar paso a otro que llega hasta nuestros días sin desaparecer nunca del todo. Como intentaba decir también en la primera “lección”, el conocimiento –y uso- del cuerpo, y con él el del cosmos, es el patrón y el pilar sobre el que se edifica el resto. ¿Se imagina el mundo al que darán lugar las nuevas tecnologías médicas?

Saludos.