viernes, 16 de diciembre de 2011

El peletero/La disección


Lecciones desordenadas y fugaces de anatomía barroca.

14. La disección.

Buena parte de la confusión derivaba de un hecho económico: las indulgencias eran una fuente muy estimable de financiación del clero católico. La Reforma niega la potestad que las obras, y las oraciones, de unos curas pagados, disminuyeran las penas de las almas en el purgatorio. Si nos abstraemos del pago, y del cobro que como plañideras practicamos llenando sus bolsillos de monedas, la pregunta es la siguiente: ¿mis obras redimen las culpas de otros? La Reforma lo niega rompiendo con una tradición secular que afirma que los pecados de los padres los pagan los hijos, los pagan y los saldan liberando con ello a sus progenitores o prójimos de culpa. En el mundo de Lutero (1483-1546) no existe el perdón, su dios, aunque sea como Alá, el Misericordioso, más se parece al Jehová de Abraham y Noé que al Jesús del Madero, al que todos, Machado también, quieren verlo descender y caminar por encima de las aguas, pero como Prometeo, Él también se encuentra encadenado mientras unos buitres devoran su hígado.

Existió, como A. Hauser destacó, un barroco de la Reforma y un barroco de la Contrarreforma, el Norte se enfrentó a una Roma Papal y a un Madrid castellano y austríaco incluso en las modas, más tarde también, un Versalles que inventó pelucas, pólvoras y convirtió al Rey en un gran espectáculo público donde a los partos de la Reina estaban todos, o casi todos, invitados.

De nuestra posmodernidad se ha hablado de una forma apocalíptica y pícara igual que cuando el Barroco, más que el Renacimiento, da por terminado el Medievo y alumbra los tiempos modernos, las brujas empiezan a desaparecer para dar lugar a los locos, en este tránsito difícil surgen las nuevas identidades que Pico Della Mirándola (1463-1494) encarna perfectamente, el hombre es libre para ser lo que quiera ser, decía él, el hombre es agua y el mundo es líquido (Zygmund Bauman), decimos nosotros, se adapta a cualquier forma que la contenga. Entre ambas, entre la libertad y el agua, las revoluciones y las quimeras sociales florecen, Santo Tomás de Aquino (1224/1225-1274) y Galileo (1564-1642), San Francisco de Asís (1182-1226) y Max Plank (1858-1947).

La Compañía de Jesús (1534) y Vladimir Illich Ulianov “Lenin” (1870-1924) conviven con Santa Teresa de Ávila (1515-1582) y la Estación Espacial Internacional (1998).

Nuestra alma, al igual que nuestro cuerpo empieza a ser nuestra y al mismo tiempo una extraña, cuanto más la conocemos más nos separamos de ella.

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En medicina el Renacimiento es la época del pensamiento anatómico: de la anatomía, de la cirugía y de la anatomía patológica. La disección de cadáveres humanos ya se practicaba ocasionalmente en los siglos XIII y XIV con fines médico-legales o de estudio del cuerpo humano por algunos artistas italianos. En ese período destaca la obra del profesor boloñés Mondino de Luzzi, Anathomia, completada en 1316. Sin embargo, buena parte de sus disecciones fueron pericias médico-legales. Su Anathomia está enmarcada en autores árabes.

En el Renacimiento la figura central es la de Vesalio. Un impulso para el estudio anatómico venía también del arte, de pintores y escultores que, con ese espíritu humanista, querían conocer el cuerpo humano para representarlo en toda su belleza. Hubo ciudades como Florencia en que artistas, médicos y boticarios formaban el mismo gremio, y los artistas acudían a las disecciones para conocer directamente anatomía humana. En 1549 declaró Vesalio:

No me tomo la molestia de preocuparme de los pintores y escultores que se amontonan en mis disecciones ni, pese a sus aires de superioridad, me siento menos importante que ellos.

Pero hubo un caso particularísimo, un genio universal que, siendo artista extraordinario, hacía sus propias investigaciones anatómicas: Leonardo da Vinci, nacido en 1452 y muerto en 1519.

(...)

Paradójicamente éste, uno de los más grandes genios de la humanidad, había vivido en lo científico al margen de la historia. Sus bellos dibujos anatómicos están basados en la disección de más de veinte cadáveres. Aparte muchos hallazgos anatómicos, Leonardo se adelanta también en la concepción de la anatomía: la suya es, como se diría hoy, una anatomía funcional.

La obra de Vesalio, De humani corporis fabrica, en cambio, fue bien difundida en su tiempo y tuvo dos ediciones durante la vida de su autor: en 1543 y en 1555. La demostración de que el tabique ventricular era macizo y que, por tanto, la sangre no podía atravesarlo hacia el ventrículo izquierdo, significaba el derrumbe de la fisiología galénica.

Tres son los autores que concibieron el circuito de la circulación menor: el teólogo y médico español Miguel Servet en su obra Christianismi restitutio de 1553, Realdo Colombo, discípulo de Vesalio, en su obra póstuma De re anatomica publicada en 1559, seis años después de la muerte de Servetus, e Ibn-al-Nafis, médico de Damasco y El Cairo, comentarista de Avicena del siglo XIII.

Maestro de Vesalio fue Jacques Dubois, famoso anatomista galénico conocido bajo el nombre latino de Sylvius. Efectivamente fue uno de los que describió el acueducto que hoy lleva su nombre. No hay que confundirlo con Franz de le Boë, también latinizado a Sylvius, médico del siglo XVII cuyo nombre está asociado al surco lateral del cerebro. Contemporáneos de Vesalio fueron Eustachio y Varolio. Discípulo suyo fue, entre otros, Falopio. Otro anatomista contemporáneo de Vesalio fue Gerolamo Fabrizi D'Acquapendente. Describió las válvulas de las venas, pero como era galenista, supuso que su función era obstaculizar el paso de sangre hacia la periferia. Fue uno de los maestros de Harvey, que iría a interpretar correctamente la función de estas válvulas.(http://escuela.med.puc.cl/paginas/publicaciones/historiamedicina/histmed_01.html)

4 comentarios:

Tot Barcelona dijo...

No recuerdo que Hauser en su Historia de La Literatura y del Arte, o , o en su Arte y Sociología, hablara de la Estación Espacial Internacional. ¿ Qué es lo que no entiendo o he leído mal ?

El peletero dijo...

La referencia a Hauser, apreciado Miquel, está en el párrafo segundo del post y allí termina. Del texto que se sigue, los otros párrafos, nada hace pensar que dicha referencia continúe al encontrar dos más a otros dos autores diferentes, Pico Della Mirándola y Zygmund Bauman. Es obvio pues que lo que sigue es una continuación del discurso, un añadido, un desarrollo del texto, una aportación propia, una licencia, más o menos afortunada, del autor, un servidor, que pretende destacar las semejanzas barrocas con nuestro presente haciendo una mezcla de diferentes salsas. Al listar y combinar a varios autores de diferentes épocas con una “carabela” (la estación orbital internacional) contemporánea, procura dibujar un paisanaje multicolor y abigarrado, una gran ágora, en la que todos hacen su aportación a las quimeras (ideologías) sociales y místicas, que han caracterizado los últimos tiempos y sus prolegómenos. La paradoja se encuentra en la alusión a nuestra alma, cada vez más cerca y más lejos, igual que el fondo del Universo al que ningún Colón ni astronauta llegará so pena de ver su propia espalda.

Es evidente también que en estas “lecciones” la tesis básica se encuentra en la modernidad y actualidad del barroco y sus recovecos mentales. En cualquier caso somos, sin duda, hijos de él.

Siguiendo a Hauser te recomiendo la cita del post anterior, “La aceleración”, donde hace una descripción de la situación económica de la época de la Reforma con extraordinarias semejanzas con los tiempos que corren.

También he de recordar que las presentes “lecciones” no son estrictamente académicas y sí literarias, que sin cometer errores se permiten “licencias” y metáforas (carabela-estación orbital) que describen lo sucedido de otra manera, a veces con humor, creo.

Los textos hay que leerlos con atención, dedicación y seriedad pues de la misma manera han sido escritos y revisados mil veces, esto no es Twiter, amigo Miquel.

E. C. Pedro dijo...

Pues Peletero, se nos viene de vuelta el romanticismo en forma de impacto planetario. O por lo menos eso parece querer Von Trier... (En fin, vi hace poco Melancholia y tu texto me recordó su argumento).

Saludos.

El peletero dijo...

Pues yo no he visto la película, apreciado Pedro, no puedo opinar sobre ella. Lars Von Trier no es, sin embargo, un cineasta que tenga mis simpatías desde que se inventó el famoso “Dogma”.

No sé cuál puede ser la semejanza con mi texto fuera de los primeros párrafos en los que pregunto si nuestras obras redimen las de otros. Una derivada es la que consta en el texto, si los pecados de los padres los pagan los hijos, y otra sería si los hijos están condenados a repetir los errores y los pecados de sus padres. Nada hace pensar que sea así, afirmarlo sería una barbaridad lógica y del sentido común, pero la melancolía, (Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada, R.A.E.), y mucho más la nostalgia (pena de verse ausente de la patria o de los deudos o amigos. Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida R.A.E.), me hacen suponer todo lo contrario.

Saludos.