lunes, 5 de diciembre de 2011

El peletero/El juramento

Lecciones desordenadas y fugaces de anatomía barroca.

9. El juramento.

Para Sade la Naturaleza lo legitima todo y en ella no hallamos nunca convenciones ni reglas que puedan limitar nuestra libertad, incluso la libertad final de decir “no”, por ello tal vez Albert Camus afirmaba, en su “Mito de Sisifo”, que: “No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar que la vida vale o no vale la pena de que se la viva, es responder a la pregunta fundamental de la filosofía”.

El mundo, lo que hace al caso, como diría Wittgenstein, está poblado, al igual que el dinero y el arte, por copias y originales, todas ellas son objetos reales, pero así como las primeras son ecos cada vez más amortiguados, las segundas emanan directamente del primer llanto. La Naturaleza, toda ella, es original, el principio de algo, ese origen es el destino de nuestro viaje y el viaje en sí mismo, la obsesión constante, el misterio permanente, la búsqueda incansable que jamás abandonaremos.

¿Qué otra Naturaleza hay pues más allá de nuestro cuerpo?, toda la literatura erótica y pornográfica intenta encontrarla y no hay nada más erótico ni más pornográfico que una lección de anatomía barroca.

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Juro por Apolo médico, por Asclepio, Higiea y Panacea, así como por todos los dioses y diosas, poniéndolos por testigos, dar cumplimiento en la medida de mis fuerzas y de acuerdo con mi criterio, a este juramento y compromiso:

Tener al que me enseñó este arte en igual estima que a mis progenitores, compartir con él mi hacienda y tomar a mi cargo sus necesidades si le hiciera falta; considerar a sus hijos como hermanos míos y enseñarles este arte, si es que tuvieran necesidad de aprenderlo, de forma gratuita y sin contrato; impartir los preceptos, la instrucción oral y todas las demás enseñanzas de mis hijos, de los de mi maestro y de los discípulos que hayan suscrito el compromiso y estén sometidos por juramento a la ley médica, pero a nadie más.
Haré uso del régimen dietético para ayuda del enfermo, según mi capacidad y recto entender: del daño y la injusticia lo preservaré.
No daré a nadie, aunque me lo pida, ningún fármaco letal, ni haré semejante sugerencia. Igualmente tampoco proporcionaré a mujer alguna un pesario abortivo.

En pureza y santidad mantendré mi vida y mi arte.
No haré uso del bisturí ni aun con los que sufren el mal de piedra: dejaré esa práctica a los que la realizan.

A cualquier casa que entrare acudiré para asistencia del enfermo, fuera de todo agravio intencionado o corrupción, en especial de prácticas sexuales con las personas, ya sean hombres o mujeres, esclavos o libres.

Lo que en el tratamiento, o incluso fuera de él, viere u oyere en relación con la vida de los hombres, aquello que jamás deba trascender, lo callaré teniéndolo por secreto.

En consecuencia séame dado, si a este juramento fuere fiel y no lo quebrantare, el gozar de mi vida y de mi arte, siempre celebrado entre todos los hombres. Mas si lo transgredo y cometo perjurio, sea de esto lo contrario. (Juramento Hipocrático)

6 comentarios:

Marga dijo...

Y hoy que la profesión médica, no toda afortunadamente, se pasa por el arco del triunfo el juramento y se mezcla el botox con las témporas y existen clientes pero ya no pacientes y mira tú que fácil acabar con la frustración de ser tú.

Pues eso, pobre Hipócrates, pobre Sade, qué perdido Camus. Y adiós al original, que ni ya el cuerpo.

Qué sucede cuando es la copia quien se identifica con la libertad?

Saludos preguntones

El peletero dijo...

Eldilema, apreciada Marga,siempre es moral, ni biológico ni físico, por ello es necesario contraponer a la naturaleza juramemtos que la domestiquen y la dedvriban demanera adecuada. En su momento fue importante saber que la tierra no era plana, descubrir su redondez nos hizomirarla de otra manera. Si alguien no estaba perdido era Albert C alud, una de las miradas, junto con la de Pasolini,más lúcidas del siglo XX
Ahora los encontramos en un cambio de paradigma, y nadie sabe todavía si la tierra es redonda o plana, o si el centro es ella o el sol. Por ello vivimos rodeados de copias y de sucedáneos , de billetes falsos que no pagan el pan que comemos.

Tot Barcelona dijo...

Sigo pensando de que el juramento es necesario, es la palabra dada y es la promesa de que todo lo que se haga se guardará bajo la llave de unos labios sellados...

Marga dijo...

Ajá, así nos va con el dilema y las copias, señor peletero, así nos va...

Ayer estuvimos en la exposición de diseño... disfrutamos mucho, de la obra expuesta y del montaje en sí (buena idea los paneles de cartón donde se exponen las obras). Y por supuesto de la memoria evocada por las imágenes, forma parte del encanto de la misma. Somos imagen y a veces me sorprende descubrir hasta qué punto.

Nos hizo pasar un muy buen rato, gracias mil. (por no hablar de la calma que supuso, esta ciudad estaba tomada al asalto por los pronavideños ociosos, ni se imagina qué locura).

El peletero dijo...

Apreciado Miquel, el juramento no es más que el “trato” que mis personajes romanos apelaban en sus confesiones autobiográficas:
“Siempre he creído que el daño del mundo es consecuencia de alguna clase de traición y de promesa no cumplida, en los tratos y en las fidelidades y lealtades rotas nace el rencor y la venganza.”

En la Naturaleza no hallaremos ningún mal, pero tampoco ninguna clase de bien porque ni el bien ni la bondad forman parte de su armazón, a lo sumo son el decorado o el paisaje de nuestros dramas.

Saludos.

El peletero dijo...

El tiempo siempre se adelanta a los atletas en su carrera que nunca logran atrapar ni detener su marcha inconmovible.

Me alegro que le gustara la exposición, apreciada Marga, en ella hay una buena muestra del mundo visual que ha llenado y dado sentido, como una brújula, nuestra visión del mundo. La comparación con las obras que cuelgan de las paredes de los museos no solamente no es odiosa si no que es, sin duda, necesaria para dar constancia de ello y dejar a cada uno en su sitio.

Los ociosos siempre son una verdadera locura pues enajenación es el ocio que llaman “creativo”, una pura contradicción en los términos y una señal inequívoca de que la tierra no es plana por más que se empeñen algunos. Lo que nadie sabe todavía es de qué forma se curva, si en circunferencia o en elipse, si la figura será un toro o una parábola. Yo apostaría, si tuviera algo que apostar, en una espiral.

Saludos.

En el anterior comentario en respuesta al suyo quise decir “Albert Camus”.