14 Junio 2010
Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.
13. La verdad y el mito.
La vieja filosofía que nace de la danza, y con ella del mito y de sus poetas que lo cantan, pretende, vanamente, ofrecer una verdad desnuda de sus metáforas a través de la alucinación ritual. Pero fracasa al no revelar que la víctima es siempre inocente.
Más tarde, cuando la razón se impone, la verdad “descarnada” es atributo solamente de los locos y de los dementes. Con el advenimiento de la razón no existe ninguna verdad que pueda ser no dicha, no hay nada que saber fuera de lo que se puede decir. Así es y nosotros así lo creemos, entendiendo por decir aquello que cualquiera puede comprender al oírlo, verlo o leerlo si... es capaz.
Porque la verdad no es democrática y mucho menos popular al uso de nuestros tiempos ni de ningún otro. La verdad no es el resultado de un trato. Por ello, y en contra del Arte, el deber corriente es el de la supervivencia, no hay otro más digno ni más alto que el de sobrevivir a pesar de todo. Ésa era la consigna en los campos de exterminio nazi, y ése continua y continuará siendo el primer deber del ser humano, aunque el miedo nos atenace y nos convierta en ratas debemos continuar viviendo al precio que sea. El resto es el sonido de la lluvia mientras alguien cava las fosas.
La verdad es la inocencia de todas las víctimas.
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13M
-“Yo no creo que haya que dudar de mis listas, mis listas son solamente listas, nada más, no llegan a la obsesión de uno de los protagonistas de “Drowing by numbers” de Peeter Greenaway, que numera todas las cosas con una etiqueta en una curiosa metáfora del auténtico “drawing by numbers”, esa manera fácil de dibujar que enseñan algunos cursos a distancia y que consiste en reseguir con el lápiz una serie de puntos marcados con un número. Son también esos dibujos sorpresa que encontramos en las revistas de crucigramas y pasatiempos, sólo ves números impresos en un engañoso desorden, desconoces el dibujo que hay escondido en ellos y que va emergiendo lentamente mientras vas uniendo los puntos en una línea que parece un hilo.
Parecen fantasmas solidificándose, son una randa tejiéndose.” (La madeja. Cartas a un amigo.)
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13H
-“Una noche, en una de nuestras antiguas cenas, y medio asfixiado por el humo de las velas que ibas colocando por doquier al apagar las luces de las lámparas eléctricas de la casa, te dije que “La última Cena”, de Leonardo, es una de las más importantes pinturas de todos los tiempos y que siempre me había gustado en ella su total artificio en la manera de mostrar el único tema, y en el orden mental que es necesario tener previamente para una clara puesta en escena, iconográfica y poética. “La Cena” es frontal, puro artificio escénico, teatral, con diferentes sucesos en un solo acto que tiene lugar, como en toda pintura, en el presente, en un tiempo detenido fuera del propio tiempo, y del que se supone sabemos su pasado y conocemos cuál será su futuro pues a cualquiera le han contado la vida de Cristo.
Todos los protagonistas señalan a Jesús de la misma manera que nuestras miradas no pueden apartarse de su imagen que domina todo el conjunto. Él, partiendo los panes y repartiendo los vinos con su semblante severo, ya no es de este mundo.
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