31 Marzo 2010
Día catorce.
Me estaba muriendo y deliraba entre sus guantes de terciopelo blanco.
La morfina no humeaba ni el hospital se encontraba en Shangai.
Sus manos sin dedos no podían asir mi pene, su boca sin lengua se mantenía callada y su sexo era una calle cortada como si fuera una sirena, una mujer con cola de pez.
Nunca me creí lo que me contaba, no era fiable, me decía a mí mismo, ella no sabía nada y yo solamente soñaba y fantaseaba.
No sabía nada de mí ni nada de ella, no sabía nada de nada. No deben quererme así. No quiero que nadie me ame como si sólo fuera el chico de ayer. Yo quería dormir contigo y tú no querías dormir sola, esa es la verdad y esa es la diferencia, siempre te acostabas a mi lado sin saber por qué. (3)
Nunca te lo perdonaré.
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