lunes, 29 de marzo de 2010

El peletero/Los cocodrilos del alba (7)


2 Diciembre 2009

Los siete mil soles.

El mar tiene frente y estela, y caminos que no llevan a ninguna parte. En él habitan algas verdes y azules, protozoos y tiburones de huesos inquebrantables y cartilaginosos. En sus crestas bailan focas, morsas y delfines de piel perlada.

Hubo un tiempo en el que las plantas no tenían flores y las semillas nacían descubiertas, desnudas, y morían pronto sin germinar ni crecer. Por aquel entonces el cénit y el nadir estaban en ti, yo los buscaba y tú te reías de mi repetido fracaso en hallarlos.

Yo sabía, en cambio, que el “alfa” del Delfín es 160 veces más luminosa que el Sol y que su “gamma” es una binaria naranja y verde azulada, como si fuera un alga primordial no siendo más que una estrella a medio camino de los Peces, del Toro y de Perseo.

Un día te hablaré de Pegaso, de su silla de montar, de sus alas, y si dejas de reír, también lo haré de su nariz, que en lugar de dos tiene tres agujeros y en uno de ellos caben siete mil soles.

2 comentarios:

Tinta de aterrizaje dijo...

Seguro que el saber de esa cabida de tantos soles haría imposible el que parase de sonreír.

Me recreo en tus relatos, su nadir es muy accesible y acogedor.

El peletero dijo...

Exactamente, “Tinta”, no paraba de sonreír.

Gracias por tus palabras, eres muy amable. Mi nadir es lo que es, poca cosa.

Saludos.