6 Noviembre 2009
Entonces
En aquellos años los árboles todavía alcanzaban nuestro balcón, por entre los barrotes de hierro negro entraban sin pedir permiso. Sus ramas altas y jóvenes nos ofrecían unas hojas tan grandes como manos abiertas, limpias y verdes. Con ellas jugábamos a vender pescado, cuchillos de plata envueltos con periódicos y escarcha, fauces monstruosas de dientes más afilados que los de mi gata, ojos de pez, de ciego que han visto la oscuridad metálica del mar, y que ahora, una vez muertos, miran atónitos y boquiabiertos a mi jilguero cantar.
Al terminar el invierno los podaban, parecían salir del esquilador, con el flequillo bien recortado y sin lana, con las uñas pulidas y las manos vacías, huesudas y abiertas en demanda de alguna limosna y un poco de nada.
Añoraban su sombra, su baile quieto y su antiguo y joven verdor.
En aquel tiempo, mucho antes de nacer, yo era un simple muchacho feliz y asustado al ver a mis plataneros bailar, agitarse cuando soplaba el levante cargado de mar. La lluvia caía, brotaba y se derramaba, era un torrente celeste que empapaba a titanes iracundos de cien extremidades. Sus mil dedos golpeaban los cristales y el agua los esmerilaba de gris y de plata.
Entre las escamas el verde, entre el metal, tú, y con el aroma de las nubes negras mi amor por ti.
Eso era entonces, cuando te mostrabas dulce y altiva como yo te quería, cariñosa y esquiva, con la cabeza alta, de perfil, y sin mirarme mirar a la jaula, y sin oírme escuchar el himno de las alas, la danza de las manos, las hojas y las ramas.
Ajena a mí y a todo, a mi alma, a mis ojos y a mi gata, a mi nube blanca y a mi esplendor.
Así, olvidada, te amaba. Así, amada, nunca te olvidé.
4 comentarios:
Puedo repetir lo que te dije en el comentario anterior. Acusa mi emoción si lo deseas.
Abarcas un pequeño mundo sencillo al que haces vibrar. Y el amor de por medio que no entra en olvido ni para Cristo.
Entre el amor y el olvido siempre hay una poda.
Una poda en la que, inevitablemente, resurge el tiempo.
El óxido tambien es in elemento imperturbable.
Buen blog este que me han recomendado.
Apreciada Sofía, repito también lo dicho. Esta serie, “El tiempo pequeño”, tiene dos claves, una se halla en la “Dedicatoria” y la otra aparecerá en “Réquiem”.
Gracias por tus palabras.
Apreciada “Tinta de aterrizaje”, magnifico nombre el tuyo, bienvenida a mi casa, eres también muy amable.
El óxido tiene un color precioso, es, junto con el negro y el blanco, uno de los colores del mundo.
Gracias.
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