13 Octubre 2009
Hacemos el amor y me miras, me miras mientras nos acariciamos y me miras luego. Esperas algo de mí que no te doy.
No puedo explicarte que:
“Busco algo de África en el jardín,
entre el laurel y el baobab,
como hacía cuando era niño,
pero aquí hay gente, y ya no se puede,
están regando tus rosas,
no está el león, quién sabe dónde está.” (1)
No puedo hacerlo, no eres el jardín ni el laurel ni tampoco el baobab, ni siquiera son tus rosas las que están regando.
----------------------------------
(1) Azzurro,
4 comentarios:
Hacemos el amor y te miro, te miro mientras nos acariciamos y te miro luego. No puedo evitar desenrrollar los hilos de la trama, vienen tus ojos impregnados de monólogos susurrados, de abismos insondables, de verdades no confesadas, se dice que hay varias maneras de mentir, pero la más repugnante de todas es decir la verdad, toda la verdad, ocultando el alma de los hechos.
Yo también tengo mis cavilaciones interiores, sabes? esto último creo que lo escribió un tal Onetti en una de sus primeras novelas.
Pero vuelvo a nuestros cuerpos y a ese abismo que se abrirá cuándo nos levantemos y cada uno siga su rumbo. Si hay algo que aún me contenta, es seguir siendo tu objeto del deseo, a pesar que tu silencio se extienda en el cielo oscuro.
...................................
Amores rápidos, la voz de Ella.
Todo el mundo guarda en su cabeza, más que en su corazón, verdades que nunca dirá.
Un texto preciso, Inés, gracias por compartirlo.
Aleatorio laurel y aleatorio baobab.
Ya sé que es un texto extendido hacia la sensibilidad tras el amor y el sexo. O hacia la indiferencia y el desprecio.
Pero te puedo asegurar que no verás un laurel junto al totémico árbol de Kirikú.
(Ahora viene el pespunte del Peletero)
El pespunte de El peletero:
Tienes razón, "Ventana", no lo veré, porque mi árbol totémico no es ese Kirikú, es otro que no te diré.
Saludos.
Publicar un comentario