23 Octubre 2009
Ayer noche viste un fantasma, una piedra grande, informe y pálida que varaba el camino. Yo no reparé en ella y pasé como si no existiera, te extrañaste cuando no me detuve, la atravesé como humo. No puedo pasar, me dijiste un poco asustada, hay una piedra enorme que me impide seguir. ¿De qué piedra me hablas?, te pregunté irritado. ¿No la ves?, insististe.
Es curioso, siempre vemos cosas distintas, hablamos idiomas que no se parecen y describimos los sucesos y los objetos de maneras nunca comparables. Tampoco nos gusta lo mismo, por eso a veces nos agrada besarnos y contarnos lo que cada uno sabe en esas noches pálidas como las piedras que barren el paso.
Yo no sé, ni sabré nunca, nada de ti y tú tampoco de mí. Nos acompañan fantasmas diferentes que algún día, no lo dudes, nos secuestrarán para no soltarnos nunca más.
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