5 Octubre 2009
Me cuentas tus penas porque no tienes a nadie más que quiera oírte. Estás amortizada y no quieres darte cuenta. Cuando me ves te desnudas rápida como si quisieras compensarme de algo, pero yo solamente he venido a recoger un traje recién comprado que el otro día dejé olvidado en una de las sillas del comedor. Cuando te das cuenta que no he venido para quedarme te pones a llorar.
Solamente he de recorrer el tramo que hay desde tu habitación hasta la puerta que da al relleno de la escalera, abrirla y cerrar.
Apenas son diez metros, quizás once, tu piso es pequeño y no sabes llorar.
6 comentarios:
Incisivo y desabrido (él).
Mujer.
Maquinaria vieja.
Amortizada. Mejor que fueras nueva y amordazada. Desgastaría mis caprichos en ti y aguantaría de nuevo las gilipolleces que me has venido contando desde que te conocí. Eres una manfla de cojones.
Nuevamente la soledad, la incomunicación y el desasosiego, es lo que respiran todos estos Amores rápidos.
Leo tu respuesta al comentario anterior y estoy en la huella.
La no verbalización del pensamiento roto y oprimido hace más contundente el golpe.
Gracias por tu comentario en mi blog, ya me llegaré por tu otra casa.
Un abrazo
Apreciada Shandy, sí, desabrido y certero.
Saludos.
Apreciada “Ventana…” tampoco hay que usar palabras malsonantes. No es ninguna maquinaria vieja ni hay que amordazar a nadie. El tiempo pasa y cada uno sigue caminos distintos. Hay momentos de decir adiós.
Saludos.
Apreciada Inés, sí, las palabras están para ser dichas, pero pocas veces soportamos la verdad.
Saludos.
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