6 Mayo 2009
37. ¿Quién?
Cuéntame mentiras, peletero, dime que en aquella época eras bello, y que aunque ahora seas indigno y blanco, entonces fuiste alto y negro.
Dime que tu cuerpo era un cuerpo de guerrero, rudo y fino, de zulú o de comanchero, elástico y duro como el papiro del Nilo.
Dime que tuviste en tu rostro una sonrisa dulce de anciano y una mirada de perro.
Dime que adivinabas el futuro y que dominabas tu deseo, el apetito del hierro.
Dime que ahora escuchas música, peletero.
Cuéntamelo y cántamelo.
Ahora escucho música, Gordo. Ahora bailo quieto. Clavado en el suelo.
Pero en aquel entonces bailaba dando patadas al aire, y movía mis brazos haciendo girar las ruedas de los molinos que desataban los torbellinos.
En aquel tiempo, peletero, calzabas botas de punta y enseñabas un rubí en uno de tus dedos.
Sí, Gordo, ahora canto mudo y no llevo adornos, mi mano enguantada revela que la perdí, perdí la joya y con ella la mano.
Ahora bailo inmóvil, pero entonces danzaba y saltaba, el mar me ocultaba sus simas y yo me contentaba con la oscuridad de aquel pequeño lago que había en el camino de Alejandro. En aquella época el suelo se rompía y yo pisaba las nubes sin llegar a pisar nada.
. . . . . . . . .
Nada.
. . . . . . . . .
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