jueves, 3 de diciembre de 2009

El peletero/Conversaciones con "El Gordo" (36)


4 Mayo 2009

Recuérdalo, peletero, no es la primera vez que te llaman sofista y extremo en tus afirmaciones, y tampoco será la última por lo que veo.

¿Por qué te enfrentas a mí?, ¿qué intentas?, ¿Te pueden la soberbia y la envidia?, ¿o en todo caso es la humildad mal entendida? Yo no puedo recriminarte nada a ti. Eres “mi” Gordo, no tengo nada más, solamente te tengo a ti.

Eres un vulgar mentiroso, tienes una familia, un hermano y amigos, todos te quieren, te respetan y te admiran. Yo sí que no tengo a nadie, no soy nada, ni siquiera soy rencoroso como tú, no soy un insulto, ni soy bilioso ni descortés como un poema de Oliverio Girondo.

Lo fuiste, Gordo, lo fuiste, no por mi mano, pero fuiste la vejiga en la que se vertió mucha bilis, ahora te has convertido en un simple problema de obesidad, deberías matar a alguien y recuperar tu vieja personalidad. No agotes mi paciencia, Gordo, no lo hagas. Ya sabes que soy mucho más fuerte que tú y que mi “no”, siempre significa “nunca más”.

Ya hace tiempo que te pedí poesía, peletero. Ahora te la suplico, por el amor de Dios, conmigo no seas cruel y dámela, perdona mis ofensas y mis reproches, disculpa mis riñas, mis palabras duras y tal vez también necias y dame esa poesía que necesito, cuéntame cosas de cuando tú no eras tú. Sabes que he llegado a matar por ti, me has pedido también que diera la cara por ti, que la antepusiera a la tuya, que tratara con muchos con los que tú no querías hablar. Los muy inocentes no sabían con quién hablaban, lo hacía con gusto, era tu parapeto, tu armadura, fui tu escudero y en mi cara hube de recibir la bilis que soltaban para que no te manchara.

No tengo nada de qué disculparte, Gordo, y mucho menos tus palabras que en ningún caso son necias ni ofensivas y sí acertadas y honestas siempre. Eres mi muralla, mi ariete, mi espada y la voz que dice aquello que yo no sé decir, recuerda que de pequeño tartamudeaba y muchos se mofaban, te puedo asegurar que ahora son ellos los que tartamudean y soy yo el que se mofa. Pero dime, ¿qué quieres que te diga?, ¿qué quieres que te dé?, ¿qué necesitas de mí, Gordo?

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