16 Marzo 2009
19. La primera noche.
Has dicho “veo” cuando te has referido al “Imperio del Sol”, peletero, ¿por qué?
He dicho “veo”, sí, porque me refería a la película, aunque ya había leído la novela bastante tiempo antes, y no me avergüenza afirmar que la escena que filma Spielberg en su versión cinematográfica me gusta, me emociona, me hace llorar. Lloro al ver al padre apartado, su tristeza y ese rostro macilento y gris, la pena, su soledad al observar a la madre y al hijo abrazados. Lloro por la música y lloro por el momento, ese instante especial de reencuentro, saber que has llegado al final del viaje y que en él hallas aquello que siempre has anhelado y necesitado. Me gusta esa seguridad, ver que la piedra no cae de nuevo pendiente abajo. No estar sujeto a ese tonto baile de opiniones o dominado por los celos. Saber que los padres que perdiste o te arrebataron vuelven a estar contigo para protegerte, para vivir con ellos tu vida.
Eso me recuerda esa “primera noche” tan hermosa que narra una de tus amigas que adoptó a su hijo. ¿Cómo se llama?, tiene nombre de caracola, de “petxina”.
A mí también me lo recuerda, aunque me sorprende que la menciones tú, Gordo. Me gustó especialmente su dulce y tierna ambigüedad al hablar de esa primera noche de amor como si fuera la que pasaba con su amado y su amante, creando una deliciosa confusión al ser ese “hombre”, su hijo por el que había atravesado medio mundo para adoptarlo, viajando a las antípodas como hacen aquellos que verdaderamente aman, para buscarlo, encontrarlo, y darse cuenta que los dos habían estado aguardándose toda la vida. Ésa era la primera noche que madre e hijo pasaban juntos, en un perfecto estado de genuino amor. Ella describe la escena de una manera sencilla y absolutamente lograda, es sin duda una forma excelente y verdadera de hablar sobre el presente y la realidad que siempre se nos escapa.
No te extrañe, no debe sorprenderte, peletero, siempre me ha fascinado el encuentro con el otro, y tu amiga lo enfrenta de una manera muy especial y hermosa. Ella calma a Cerbero y penetra en ese mundo muerto para salir renacida al hacerlo con otra vida en sus brazos. Pero, ¿por qué no te convence eso que dice Ballard?, al citarte la anécdota de tus padres en el combate de boxeo parecía que me dabas y le dabas la razón.
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