viernes, 5 de junio de 2009

El peletero/La poesía horizontal/La dona morta

13 Mayo 2008

Quan el poeta canta és millor emmudir i escoltar. Com quan em mira el pare.

Mut.

O com quan em mires tu, que es una manera fina de dir que no em mires a mi.

A qui mires, nina?, a qui miraves que ja no el mires? Per qui obries aquests ulls que ja són buits?, què mires ara sota terra?

A mi no, ni a ell, ni a l’altre, ara mires a la Fera?

Qui t’espera? Jo no, ni ell, ni l’altre.

O sí?

Guaita, mira, fixa’t quants et miren ara, tants que ni la Fera pot deixar de mirar-te també.

Ni Ella ni Déu que la va fer.

(La dona morta, El peletero, 15 de gener de 2008)

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Cuando el poeta canta es mejor enmudecer y escuchar. Como cuando papá me mira.

Mudo.

O como cuando me miras tú, que es una manera delicada de decir que no me miras a mí.

¿A quién miras, muñeca?, ¿a quién mirabas que ya no lo miras? ¿Para quién abrías estos ojos que ya están vacíos?, ¿qué miras ahora, bajo tierra?

A mí no, ni a él, ni al otro, ¿ahora miras a la Fiera?

¿Quién te espera? Yo no, ni él, ni el otro.

¿O sí?

Observa, mira, fíjate cuántos ahora te miran, tantos que ni la Fiera puede dejar de mirar también.

Ni Ella ni Dios que la creó.

(La mujer muerta, El peletero, 15 de enero de 2008)

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Hay cosas que uno intuye,

























(Audrey Hepburn, fotografiada por el departamento de publicidad de la Paramount Pictures)

y sin saber cómo, acierta. Y quizás en este caso no fui yo y sí fue ella naciendo en Bélgica. Me refiero a Audrey Hepburn. ¿Tiene eso alguna clase de sentido?, indudablemente no, no lo tiene ni siquiera para mí que soy el que lo escribe. Pero debía hacerlo, escribirlo tal cual, sin sentido, y recordar aquella monja que no pudo evitar no ser santa.

Hoy en día, a inicios del 2008, Audrey está de moda y eso siempre es malo, aunque ya esté muerta y no le afecte. Pero me afecta a mí. Y eso para mí es mucho más importante que para ella, que ya está muerta. Para siempre.

Está muerta y está demasiado de moda, y eso es todavía peor. Mucho peor.

El mundo la ha redescubierto y ha vuelto a ver en ella algo que no tiene significado ni lógica, y que solamente puede ser explicado a base de paradojas tan sin sentido como la que inicia este texto en prosa.

Exactamente igual que aquella mirada tuya que me miraba mirando otra cosa.

¿La belleza no tiene lógica?, ¿la elegancia tampoco la tiene?

Cuando no se sabe qué se mira, ninguna de las dos tiene lógica, ni la belleza ni la elegancia. Porque en parte, el secreto de ambas cosas es eso, no saber qué mira, quien ambas posee.

Las personas realmente elegantes no miran nada en concreto, si además son extraordinariamente bellas, todavía menos. Suponer que lo miran a uno es una presunción totalmente fuera de lugar, que la realidad , tarde o temprano, se encargará de desmentir entre lágrimas y dolor.

En esos casos uno debe tomarse un fin de semana largo en Ostende, pasearse por esta ciudad decadente, caminar por sus playas, esas playas anchas del Canal y del Mar del Norte, que casi se hunden debajo del mar en busca de huesos de ahogados, para traerlos otra vez a tierra, y que sean enterrados como Dios manda.

Será adecuado y necesario tomarse un buen chocolate caliente en una terraza de café, y releer una no muy buena novela que tiene lugar por estas calles, “Dolicocéfala rubia”, de Pitigrilli.

Y así, contento y feliz, disfrutando del momento y del lugar, imaginar a esa rubia perfecta, llamada Giudi Olper, tan joven, espigada, sensual, sumamente inteligente y atrevida, seducir al pobre Teodoro Zweifel.

Cuando se termine el chocolate y empiece a oscurecer y refrescar, volverás a preguntarte por enésima vez, ¿qué demonias mirabas?, ¿a Dios?, ¿a la Fiera?, porque a mí seguro que no me mirabas.

A mí no.

Yo creo saber a quién mirabas, me puedo equivocar, claro, y me puedo equivocar mucho.

Como díría una tonadillera:

Me suelo equivocar mucho en las cosas del querer,
pero no me equivoco nunca en las cosas del mirar.
¡Qué pena!, que querer y mirar sean lo mismo que amar.
¡Qué pena y que lástima que al mirar así…, no me puedas ver!

Creo suponer pues, que te mirabas a ti, cosa que por otra parte es la que más sentido tiene de todas las dichas hasta ahora.

Lo que ya no sé es si te viste.

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