sábado, 14 de marzo de 2009
El peletero/Poesía fría-El primer sueño (3 de 4)
12 Diciembre 2007
Gran Elegía a John Donne
Según podemos saber únicamente existe en castellano una sola, pero magnífica antología de su obra, editada y traducida por Ricardo San Vicente y publicada en “Galaxia Gutenberg” y el Círculo de Lectores, Barcelona 2000.
Duermen los ángeles. Los santos, ausente en su sueño
el mundo azaroso –para su santa vergüenza.
Duerme el Averno, y duerme el divino Cielo.
Nadie saldrá de casa a esta hora.
Se ha dormido Dios. La tierra ahora le es ajena.
No ven los ojos, no oye ya el oído.
El diablo también duerme. Y el odio con él
se ha dormido en la nieve del campo inglés.
Duermen los jinetes. El arcángel duerme y su trompeta.
Y los caballos duermen en suave balanceo.
Los querubines todos, abrazados, una sola multitud,
duermen bajo los arcos del templo de San Pablo.
Javier Sicilia, escritor con nombre y apellido de lugar, nos comenta su interés por su obra y lo comparara con los más grandes poetas del siglo XX. Cita a Eliot, a Perse, Seferis, Rilke y a Kavafis, nosotros añadiríamos también a Auden.
Pero nosotros no debemos hacer listas.
John Donne se ha dormido. Se han dormido, duermen los versos.
Toda imagen, toda rima. Imposible encontrar
las débiles, las fuertes. Vicio, pesar, pecados,
callados por igual, descansan en sus sílabas.
Los versos todos, el uno para el otro como hermano fiel,
al menos se susurran entre sí: hazme sitio.
Pero están tan lejos del altar, tan pálidos, espesos,
tan limpios son que la unidad los rige.
Toda estrofa duerme. Duerme el códice severo de los yambos.
Javier Sicilia nos dice que todos esos grandes poetas, Brodsky entre ellos, “buscan sus fuentes en las voces de otros poetas y en la tradición –la poesía de Brodsky bebe de tres: la rusa, a través del verso de Ajmátova y, sobre todo, de Mandelstam; la griega, a través de los clásicos y la cristiana, a través de la ortodoxia rusa y de los poetas metafísicos ingleses”.
Igual que los guardianes duermen los troqueos, a diestra y a siniestra.
Y duerme en ellos la visión del agua en el Leteo.
Y la otra cara, la gloria, duerme profundo tras ella.
Duermen las penas todas. Los sufrimientos, profundo duermen.
Duermen los vicios. El bien y el mal abrazados.
Javier Sicilia se maravilla y sorprende gratamente por la capacidad del poeta en “vincular el orden del mundo que descubre en la tradición de sus culturas con un orden divino”, lo que llama “zurcir la realidad del mundo con una realidad de orden metafísico”. Para eso cita un fragmento de “Gran elegía…” que ahora anticipamos: “Hay alguien allí en lo negro. / ¡Tan fina es su voz! Fina es como aguja. / Mas el hilo no está… Y resbala en la nieve/ tan sola. Por todas partes frío, oscuridad…/ Tejiendo la noche con el alba… ¡Tan alta!
Y los profetas: La pálida caída de la nieve
en el espacio busca las pocas manchas negras.
Todo se ha dormido. Profundamente duerme la multitud de libros.
Los ríos de palabras cubiertos por el hielo del olvido.
Duermen los ríos todos, con toda su verdad en ellos.
Duermen sus cadenas, tañen ligeras sus anillas.
Se ha dormido todo: santos, diablo, Dios.
Las palabras de Javier Sicilia son reveladoras y lo suficientemente claras para resumirlas aquí. Joseph Brodsky era judío y eso le impidió alistarse en la marina, en una típica discriminación antijudía, propia tanto de nazis como de soviéticos. El poeta judío es hijo también de la gran historia Imperial Rusa, de su religión ortodoxa y de la tradición bizantina, de su idioma y de su alfabeto ideado por dos monjes griegos. Todo ese enorme bagaje deja una impronta indudablemente cristiana, que él mismo no rehúye, sino que fomenta escribiendo cada Navidad poemas dedicados al niño Jesús.
Sus servidores viles. Sus amigos, Hijos.
Sólo la nieve musita en lo oscuro del camino.
Y en el mundo entero no hay otro rumor.
¡Más, ay! Tú oyes: allá, en la fría noche,
hay alguien que allá llora, que susurra asustado.
Allá alguien se abre hacia el invierno todo.
“El niño de Belén era para Brodsky una especie de poeta que desde la cálida y fría oscuridad del mundo era acogido por Dios, el zurzidor de la noche del mundo y del alba de la divinidad que rescata al hombre”. Nos dice Sicilia.
Y llora. Hay alguien allí en lo negro.
¡Tan fina es su voz! Fina es como aguja.
Mas el hilo no está… Y resbala en la nieve
tan sola. Por todas partes frío, oscuridad…
Tejiendo la noche con el alba… ¡Tan alta!
“¿Quién solloza allá? ¿Acaso eres tú, mi ángel,
que esperas el retorno, bajo la nieve, como el verano esperas
mi amor?... Entre tinieblas vas a casa.
¿Eres tú quien grita en la noche?” –No hay respuesta.
“¿O sois vosotros, querubines? El triste coro
me ha evocado el sonido de este llanto.
¿Acaso vosotros mismos decidís abandonar
de pronto mi durmiente templo? ¿Vosotros sois? ¿Vosotros?”
-Silencio.
Aunque no es un poeta cristiano y sí de civilización. Sicilia nos dice, “un poeta que mirando el reducto occidental de la civilización cristiana y acogido por la mirada del Padre, zurcía los fragmentos del helenismo, de la Rusia bizantina y de la cultura mundial para rescatarlos de la barbarie. Un pequeño punto contemplado por lo trascendente y acogido por el Verbo que el propio Brodsky llamó “la lengua”: eso que nos hace hombres y que bien empleada nos permite volver a vincular al hombre con lo divino”.
“¿O eres tú, Pablo? Aunque, a decir verdad, tu voz
es demasiado bronca por tu hablar severo.
¿Acaso eres tú quien ha hendido lo oscuro con tu cabeza blanca
y allá lloras?” Pero vuela al encuentro el silencio.
“O ¿acaso la mano que cubrió la mirada en lo oscuro
es la que aquí por doquier asoma?
¿No serás tú, Señor? Pues, por loca que sea mi idea,
demasiado se eleva, no obstante, la voz que solloza.”
Silencio. Quietud. “¿O has sido tú, Gabriel,
quien ha tañido la trompeta y alguien ladra alto?
Quizá será que sólo yo los ojos he abierto,
y los jinetes ensillan sus monturas.
Todo duerme profundamente. En brazos de una honda oscuridad.
Mientras los voceros se ciernen en tropel del cielo.
¿Acaso eres tú, Gabriel, quien, en pleno invierno,
con la trompeta sollozas aquí, solo, a oscuras?”
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1 comentario:
Yo también creo que hay alguien allí, en lo negro. Que tiene su espacio y su función.
Así como lo blanco y lo negro, como lo vacío y lo lleno.
Todo depende del ojo,
del cristal, y de como se mire.
Abrazos Pele,
me llevé tu foto,
es que me encanta !!
:)
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