jueves, 19 de junio de 2008

El peletero agradecido/Moebius



12 de junio de 2006

El peletero que escribe estas líneas quiere dar las gracias a los artistas, dibujantes y fotógrafos con los que se siente identificado para ilustrar y presentar sus palabras con imágenes.

Jean Giraud (Gir) cedió la portada de su primera obra a su propio maestro Jijé. Hoy en día sigue publicando los álbumes de “El teniente Blueberry” -una de las series más famosas del mundo del cómic- como coautor junto a su guionista Charlier, a pesar de que éste hace muchos años que murió y ahora es el mismo Giraud quien escribe las historias.

Jean Giraud es también Moebius, la otra cara de la moneda de un artista que tiene el difícil mérito de haber creado la mejor obra del cómic universal, así, tal como suena. Hay que repetirlo, sin pasión, pero con todas las letras, la mejor obra del cómic universal: “El garaje hermético”.

Jean Giraud es un artista de formación clásica, pura y dura. Su saber se fundamenta en un conocimiento profundo y exhaustivo de la figura humana y animal, del dibujo y del trazo, tanto a lápiz como a pincel. Es directo en la línea, como en la mancha. Sus blancos y negros son blancos y negros. Su gama cromática es completa y adecuada. El tratamiento de la luz y de la sombra es pulcramente efectiva. Es un artista limpio y claro.

Su temática se basa tanto en la reinterpretación de los grandes mitos y viejas historias del Western, como también en la más pura fantasía pseudocientífica, irónica y surrealista. En Jean Giraud la poesía y el absurdo trazan una línea continua precisa y amable. Sus viñetas, tal como él pretende, son de otro mundo. Los seres que en ellas aparecen y las historias que en ellas se narran son, al mismo tiempo, extrañas y próximas. Tan raras como cotidianas. Tan normales y cercanas que, a veces, los que parecemos extraterrestres somos nosotros los lectores.

La galaxia Moebius inaugura la fantaciencia moderna. Bebe de fuentes como el famoso “Dune” de Brian Herbert. O las obras de Stanislaw Lem, como “Los diarios de las estrellas”. Uno de sus referentes es también la obra gráfica de Philippe Druillet. O los grandes clásicos como Alex Raymond o Milton Canniff.

Pero más importantes que sus orígenes son sus consecuencias y sus secuelas; sus aportaciones iconográficas han influido no sólo en su propio mundo del cómic, sino también en el cinematográfico y mucho más allá. Toda la ciencia ficción y muy buena parte de la iconografía moderna a partir de los setenta es hija de su mirada visionaria.

Gracias a él seguiremos leyendo al final de cada capítulo el mágico y humilde conjuro esperanzado: “continuará”. Esta es una de las muchas razones por las que “el-peletero” encabeza algunos de sus textos con ilustraciones de Jean Giraud. Nada mejor que ellas para empezar. Todos somos el Mayor Grubert. Y al igual que el ingeniero Barnier cometeremos también el error fatal de hacer entrar en resonancia el proyector de partículas con el calibra-niveles y destruir así una bonita nave cablera. Las consecuencias serán terribles, los tres niveles del asteroide Ciguri se descompensarán inevitablemente, al igual que nuestros escritos.

El ingeniero Barnier es una chica y lleva un abrigo de piel. El enmascarado arquero del destino efectúa un disparo certero y atinado. Madame Kowalsky, Jerry Cornelius y el Mayor Grubert lo saben. Nosotros también.

¿Qué podemos hacer?

Continuará…

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